lunes, 12 de diciembre de 2011

Preocupación por la gobernabilidad democrática

A la luz de los hallazgos de nuestra consulta sobre gobernabilidad democrática iniciada hace un año, consideramos preocupantes los últimos cambios y medidas del gobierno del Presidente Ollanta Humala, incluyendo la renuncia del Presidente del Consejo de Ministros por estar en desacuerdo con un aparente cambio de rumbo. Tanto los expertos y líderes consultados por nosotros, como las publicaciones de la última década, coinciden en la persistente fragilidad de nuestra democracia y, más específicamente, en la necesidad de una mejor relación entre el Estado y la sociedad civil organizada para consolidar las prácticas y la gobernabilidad democrática. Hoy, más bien, parecemos estar en el umbral de un período de creciente enfrentamiento, tensión e incluso de rupturas en esta relación que es fundamental para la democracia.

La carta de renuncia de Salomón Lerner sugiere que el gobierno ha entrado a una nueva etapa en el manejo de los conflictos sociales, alejándose del diálogo y acercándose a la “mano dura” y el manejo vertical de las disputas. El estado de emergencia declarado en Cajamarca y el ingreso del Ministro del Interior, un militar en retiro, como Presidente del Consejo de Ministros parecen confirmar esto.

Por su parte, nuestro diagnóstico de la gobernabilidad democrática nos dice que el crecimiento económico y los avances de los actores de la sociedad civil en términos de impacto político y social son innegables, pero difícilmente se llega a una evaluación positiva al analizar a la sociedad civil en conjunto. Todavía estamos muy lejos de una sociedad civil organizada activa, sostenible y representativa de intereses diversos en todo el territorio, y que sea ampliamente entendida como un elemento clave para garantizar la gobernabilidad democrática. Estamos más lejos aún de contar con partidos políticos organizados, activos y eficaces, que sean capaces de canalizar las demandas de la ciudadanía hacia las instancias de gobierno local, regional y nacional.

La sociedad civil organizada es necesaria para la democracia, y es importante que se fortalezca. Sin embargo, hay diversos factores que estarían frenando su desarrollo. Quizás el más urgente y grave sea el papel del Estado bajo gobiernos recientes, que es visto por muchos como represor violento y como defensor de los intereses de ciertos grupos económicos, en detrimento de la sociedad civil y de las comunidades. Esta ha sido la principal crítica al gobierno de Alan García en el tema de la democracia. Justamente, ha sido fuera de Lima y en las zonas de mayor pobreza donde, además de presentarse un aumento alarmante de conflictos sociales y ambientales, se ha expresado en tiempos electorales el deseo de un cambio en las relaciones entre la sociedad civil y las comunidades y el Estado.

La “mano dura” y el aparente alineamiento del gobierno actual con los intereses de la gran minería e inversión extranjera, constituyen un duro golpe para las expectativas de millones de peruanos que recibieron promesas de cambio, condiciones equitativas, y de diálogo. En un país donde las instituciones democráticas y la clase política están entre las más desacreditadas de América Latina, las promesas rotas no sólo afectan a los líderes actuales, sino que pueden quebrar la precaria gobernabilidad que con tanto trabajo y sacrificio se ha construido. Esperamos, por el bien de nuestra democracia, que se siga priorizando el diálogo, que se siga convocando a los actores representativos de las comunidades afectadas por las actividades extractivas, y que no haya ningún paso adicional hacia la militarización de los conflictos sociales.


* Elaborado por Gonzalo Alcalde, coordinador del programa Agenda: PERÚ

viernes, 9 de diciembre de 2011

Presentación de resultados de Agenda: PERÚ

FORO Nacional Internacional y el Centro Nacional de Planeamiento Estratégico – CEPLAN, organizaron la conferencia "Repensando el futuro: Aportes para una nueva agenda de democracia y desarrollo para el Perú", donde el equipo del programa Agenda: PERÚ de FORO Nacional Internacional presentó los resultados de la actualización y revisión de las propuestas y planteamientos hechos en las publicaciones “Perú: Agenda y Estrategia para el siglo 21 “ y “Democracia y Buen Gobierno” difundidas hace más de una década por el mismo programa.

Francisco Sagasti, fundador de FORO Nacional Internacional y ex director del programa Agenda:Perú, comentó que nuestro país es como un avión “jumbo”, lleno de combustible y listo para dejar la pista, pero con algunas vulnerabilidades. “Dependerá del piloto y su tripulación si aborta el despegue o alza el vuelo”. Además indicó que pese al disparejo legado del último decenio, aun se puede consolidar logros y abordar la agenda pendiente, aún en un contexto global incierto.

Gonzalo Alcalde, actual coordinador del programa Agenda:Perú, presentó los primeros resultados del relanzamiento del programa en los temas de gobernabilidad democrática, y destacó la metodología aplicada de tipo consultiva en este proceso de construir consensos y sacar a la superficie información relevante para el país. Entre otros aspectos, indicó que las consultas revelan que los temas prioritarios que han adquirido mucho mayor relevancia para la democracia en la última década son: i) la descentralización y regionalización, ii) participación ciudadana, iii) medio ambiente, iv) identidad y cultura, y v) conflictos sociales.

Por su parte, Mario Bazán, Director Ejecutivo de FORO Nacional Internacional, puntualizó en el tema de descentralización y regionalización que existen iniciativas de desconcentración del gobierno central para fortalecer a los gobiernos regionales que deben evaluarse y complementarse con recursos (humanos, financieros, infraestructura). Además señaló que en cada periodo se logran avances pero a veces estos se pierden con el cambio de gobierno. Del mismo modo recalcó que estamos en una etapa incipiente, pero con algunas experiencias valiosas: hay mucho por hacer, pero se debe continuar sobre lo que está funcionando y la agenda de la descentralización y regionalización es amplia y relevante en el contexto actual.

Aparte de de los resultados expuestos por los representantes de FORO Nacional Internacional, comentaron los distintos espacios Germán Alarco, Presidente del CEPLAN; Iván Lanegra, Viceministro de Interculturalidad; Elias Ruiz; Director Nacional de Seguimiento y Evaluación de CEPLAN; y Ricardo Franco Ahuanari, Presidente de la Asociación de Vivienda de Shipibos en Lima que comentó la experiencia vivida por su comunidad para el trabajo de prospectiva que recibió el primer lugar en el concurso internacional de Pro-Poor Scenario Award. Asimismo, Ruth Llacsahuanga de FORO Nacional Internacional describió la experiencia de realización de dicho taller.

La conferencia contó con una significativa participación de representantes de diversos ámbitos del quehacer nacional, incluyendo el sector público y privado y la sociedad civil, y miembros de agencias de cooperación internacional.

* Comunicado elaborado por Comunicaciones de FORO Nacional Internacional.

lunes, 28 de noviembre de 2011

Los resultados de Agenda: PERÚ vistos desde el contexto latinoamericano

El lunes 28 de noviembre el PNUD presentó en Lima el libro "El Estado de Ciudadanía", acerca de la evolución del Estado y de la ciudadanía social y política en América Latina en el último decenio. Entre los hallazgos centrales de dicho estudio, está que en la región se viene avanzando, aunque a pasos desiguales, hacia lo que los expertos llaman un "Estado de ciudadanía" (de los ciudadanos y para los ciudadanos). Ante las demandas de las poblaciones, este modelo se aleja definitivamente del Estado minimalista de los años 80 y 90 y asume más responsabilidades sociales y políticas. Al mismo tiempo, la democracia misma está cambiando ante la búsqueda de los ciudadanos de mayor participación, pedido de rendición de cuentas y de mejor representatividad. En un marco de deslegitimación de los políticos, parece que la institucionalidad clásica de las democracias liberales no puede procesar satisfactoriamente las demandas sociales y aparecen innovaciones adecuadas al contexto e historia de cada país.

En toda la región, y no sólo donde hay gobiernos de izquierda o centro-izquierda, se busca crecientemente un Estado más activo, más fuerte, capaz de ejecutar mayor y mejor gasto público y de garantizar el ejercicio de los derechos sociales y políticos. Esto se hace más visible ante la persistencia de la desigualdad y del empleo de baja calidad que preocupan y generan insatisfacción entre los ciudadanos.

Los avances hacia un Estado de ciudadanía son cuantificados a través del ICS, Índice de Ciudadanía Social, que se presenta en este estudio, y el Perú aparece como un país relativamente retrasado (sobre todo con respecto a los países del Cono Sur) pero con avances muy significativos en la última década.

Es interesante notar que esta creciente demanda por un Estado más activo y fuerte es también uno de los hallazgos principales de las consultas realizadas este año por Agenda: PERÚ, cuyos resultados venimos presentando actualmente. A pesar del crecimiento económico, mayor acceso a servicios sociales y reducción de la pobreza monetaria, los expertos y líderes consultados consideran que están en aumento las demandas por un Estado más fuerte y capaz.

Al consultar acerca de la evolución del Estado desde la transición democrática, encontramos que las áreas clave en las que se debe fortalecer el Estado para hacerse más legítimo frente a la ciudadanía incluyen: la falta de visión de largo plazo, visión de país y de planificación en el sector público; las deficiencias en representatividad, desde el Congreso de la República hasta los niveles regionales y locales; la ineficiencia e ineficacia en la gestión pública, salvo algunas “islas”; el limitado impacto de la participación ciudadana; y la débil articulación y coordinación de políticas públicas entre niveles y sectores del Estado (horizontal y vertical). En muchos rincones del país, el Estado sigue prácticamente ausente.


* Elaborado por Gonzalo Alcalde, coordinador del programa Agenda: PERÚ.

lunes, 14 de noviembre de 2011

Humala y la ficción del "hombre promedio"

Días atrás, el Presidente Ollanta Humala dio un discurso interesante en la presentación del Informe de Desarrollo Humano (IDH) 2011 del PNUD, el cual adquiere mayor relevancia con la coyuntura actual de agravamiento de los conflictos socioambientales. En el discurso resaltó, en línea con las conclusiones del IDH, que el principal problema que hoy enfrenta América Latina no es exactamente la pobreza, sino la desigualdad, y que esta debe mirarse de manera integral con el fenómeno del cambio climático y su impacto sobre los más pobres. Humala mostró entender la relación íntima que puede haber entre las amenazas al medio ambiente y la exclusión y desigualdad que afectan a muchos peruanos y latinoamericanos.

Al respecto, dijo que detrás de los grandes promedios que indican avances a nivel macro hay grandes desigualdades que persisten y evidencian que el "hombre promedio" mostrado en las cifras no existe en la realidad. Sentenció que "el hombre promedio no sale a la calle" a protestar, sino el excluido. Más bien, relacionó a los más de 200 conflictos sociales (217 en octubre, según la Defensoría del Pueblo) que afectan al país con esta desigualdad persistente, y con los grupos marginados que están luchando por "lo más básico" (la tierra y el agua), así como la ausencia histórica de una sociedad justa e inclusiva.

Considerando el recrudecimiento de los conflictos sociales en los últimos días, cabe resaltar que las frases acerca del hombre promedio inexistente, el que no sale a la calle, no aparecen en la transcripción oficial del discurso que se encuentra en la página web de la Presidencia de la República. Sí aparece, sin embargo, lo que dijo acerca de la escasa incidencia del (mayor) gasto público en el desarrollo, de la necesidad de transformar los programas sociales y que sean verdaderos escalones para que los ciudadanos salgan definitivamente de la pobreza, y de llevar al Estado al interior del país, donde la economía ilegal e informal frecuentemente predomina.

Varios analistas vaticinaron que la primera gran prueba del nuevo gobierno sería cuando reaparezcan diversos conflictos sociales y se tuviera que demostrar que es posible ser favorable a las inversiones mineras y, a la vez, respetuoso de la voluntad de las comunidades del interior del país, muchas de las cuales exigen simplemente un cese definitivo de las actividades mineras. Hoy hay conflictos socioambientales significativos que se han agravado en Huaraz, Cajamarca y Andahuaylas y el país espera, además de una mejor capacidad de concertación y negociación que el gobierno anterior, medidas concretas de largo alcance que pongan en la práctica este entendimiento de la delicada relación entre lo ambiental y la exclusión que el presidente demostró a inicios de mes en su discurso en el PNUD.


* Elaborado por Gonzalo Alcalde, coordinador del programa Agenda: PERÚ

lunes, 7 de noviembre de 2011

Trabajo de prospectiva de Agenda: PERÚ con comunidad de Cantagallo recibe primer premio internacional

El equipo del programa Agenda: PERÚ está muy orgulloso de anunciar que acaban de recibir el primer premio en el concurso internacional de Escenarios a Favor de los Pobres (Pro-Poor Scenario Award) que el Institute for Alternative Futures de Estados Unidos organizó con la colaboración de la Fundación Rockefeller. Este premio fue decidido por un jurado internacional de expertos en prospectiva que evaluó escenarios de todo el mundo (incluyendo países de Asia y África), como parte de un esfuerzo por encontrar maneras de aplicar la prospectiva que tengan un impacto directo en las poblaciones pobres y marginadas.

En el marco de las actividades de relanzamiento de Agenda: PERÚ, en abril de este año, un equipo de FORO Nacional Internacional conformado por Gonzalo Alcalde, Ruth Llacsahuanga y Romeld Bustamante trabajó conjuntamente con un grupo de 17 mujeres y hombres de la comunidad Shipibo-Coniba que habita en Cantagallo (ubicado entre los distritos del Rímac y Cercado de Lima) desde el año 2000. Se llevó a cabo un intenso taller de un día que se completó exitosamente y aplicó, con algunos ajustes importantes, una metodología de prospectiva participativa (Pro-Poor Scenario Toolkit) del Institute for Alternative Futures. Al final de la jornada, se logró facilitar que la comunidad redacte tres escenarios (uno “probable”, otro “visionario” que refleja el escenario más optimista pero factible, y un tercero “desafiante”) para el año 2039, y además se logró identificar y discutir los temas prioritarios de desarrollo para la comunidad y sus tendencias esperadas.

Este trabajo forma parte de los esfuerzos realizados en el marco del programa Agenda: PERÚ, el cual consulta tanto a expertos como a ciudadanos para la construcción de una estrategia de desarrollo para el Perú en el siglo 21. Dentro de este marco, el equipo buscó ayudar a una comunidad afectada por la exclusión a identificar desafíos y oportunidades emergentes que pueden atenderse para mejorar sus vidas y su futuro como comunidad organizada. Con este propósito, se aplicó la metodología mencionada para lograr desarrollar escenarios para la comunidad Shipibo-Coniba en Lima hacia el año 2039 (año sugerido por la metodología).

Otro objetivo importante de este ejercicio (que fue especialmente apreciado por representantes de la comunidad) fue ayudar a comunicar mejor las necesidades y aspiraciones de un grupo excluido a los tomadores de decisiones y autoridades públicas pertinentes. Esto es particularmente relevante es un contexto en el cual podrían ser reubicados como parte de planes de la Municipalidad Metropolitana. La comunidad es muy consciente de la importancia de un mayor involucramiento efectivo con los gobiernos regionales y locales a fin de atender sus necesidades de desarrollo, y son muy conscientes de la importancia de iniciar un proceso de planificación a largo plazo para la comunidad y sus organizaciones.

Próximamente estaremos difundiendo mayor información acerca de esta experiencia y de esta metodología, así como venimos programando la aplicación de esta metodología a comunidades adicionales con miras a fortalecer sus posibilidades de desarrollo de largo plazo y de incidencia sobre políticas públicas.


* Elaborado por Gonzalo Alcalde, coordinador del programa Agenda: PERÚ.

martes, 18 de octubre de 2011

Seguros contra el impacto de los shocks de precios de alimentos

Las alzas abruptas en los precios de los alimentos parecen destinadas a ser cada vez más frecuentes a nivel global, y en 2011 han demostrado tener importantes consecuencias económicas, sociales e incluso políticas. El Perú aún refleja varias vulnerabilidades ante un escenario de alzas abruptas en estos precios, a pesar del crecimiento económico, de la reducción de la pobreza y de la disponibilidad de herramientas de política, así como programas sociales y de asistencia alimentaria. En 2008, cuando el índice de precios de los alimentos llegó a su pico, el déficit calórico (cuando las personas adquieren una cantidad de calorías inferior a las requeridas) aumentó de 27.9 a 31.6 por ciento de la población aún cuando la pobreza monetaria se redujo. El impacto fue aún mayor en el quintil por ingreso más pobre, donde el déficit calórico pasó a afectar de 65 a 69 por ciento de este grupo entre el 2007 y 2008.

Sin embargo, ya existen varias iniciativas de protección de la seguridad alimentaria que pueden ser apoyadas, fortalecidas y expandidas para atender a los más vulnerables cuando aparezcan estos shocks externos. Un primer grupo de iniciativas, que se sitúan en el nivel macro, es el caso de los programas sociales destinados a reducir el déficit calórico y promover la seguridad alimentaria —de acuerdo a su agrupación en el Presupuesto por Resultados (PpR). Muchos de ellos son parte de los programas sociales protegidos cuyo presupuesto se mantiene aún ante la eventualidad de una caída importante de los ingresos presupuestales. Estos programas —cuyo presupuesto se cuadruplicó desde el 2006 hasta US$530 millones en el 2010— cuentan con varios instrumentos: (i) asistencia alimentaria, que representa el 85 por ciento de los recursos, se realiza mediante estipendio monetario, reparto directo de alimentos o bonos alimentarios para adquirir productos en mercados locales; y (ii) programas de apoyo a los agricultores, entre los cuales destaca el Programa de Compensación de Productos Agrícolas, el cual absorbe el 11 por ciento del presupuesto.

Es preciso considerar que, ante un aumento de los precios de los alimentos, estos programas sufrirían un doble impacto: una mayor presión sobre su presupuesto, particularmente si comprenden la adquisición de alimentos; y un aumento de la población potencial a atender. Es en este último punto donde reside la principal vulnerabilidad de los programas de asistencia alimentaria ante un aumento sostenido de los precios de alimentos en el mercado interno. Cuatro de los programas principales dentro del PpR atienden a un porcentaje importante pero aún insuficiente de hogares con déficit calórico, pero además a un importante porcentaje de hogares que no sufren de déficit calórico. Aún más, un porcentaje que no se puede estimar accede a varios programas, con lo que la cobertura total de los programas resulta modesta con relación al problema de déficit calórico existente.

El segundo grupo de iniciativas consiste en intervenciones a nivel micro, muchas veces desarrollados desde la sociedad civil, organismos internacionales y agencias de cooperación, y se co-ejecutan con autoridades locales y nacionales. Entre ellos, los programa de "Concursos Campesinos" presentan un enfoque interesante para apoyar la seguridad alimentaria y reducir el impacto de los precios del mercado doméstico mediante el fortalecimiento de las capacidades productivas de los agricultores en zonas rurales y con fines de auto-subsistencia en muchos casos. Estos programas buscan transmitir conocimientos y la adaptación de tecnologías simples y costo-efectivas para aumentar la productividad del campo, a través de la promoción y puesta en competencia de prácticas productivas. Así, los mismos beneficiarios adaptan las tecnologías, las mejoran mediante el uso, y las transmiten hacia otras comunidades utilizando la forma tradicional en que se escalaron estas innovaciones durante el desarrollo de las culturas pre-inca e incaica en el mundo andino. Como muchas de las tecnologías son de aplicación simple y costo-efectivas, es posible escalarlas con una inversión modesta.

En general, estos programas tienen un presupuesto reducido. Los cinco casos de programas similares en el portal de la Agencia Peruana de Cooperación Internacional (APCI) muestran en promedio un presupuesto de US$4.7 millones por proyectos, pero el programa Sierra-Aliados del Ministerio de Agricultura tiene un presupuesto de US$34.7 millones para estos fines. Además, estos programas tienen como objetivo reducir su apoyo en el tiempo, de manera que progresivamente se financien con recursos públicos del presupuesto y se integren a los programas de asistencia alimentaria para ampliar su efecto y escala.

Estos dos tipos de iniciativas de protección y seguridad alimentaria, a nivel macro y micro, son las principales herramientas que el Perú tiene actualmente para mitigar los impactos de la subida de precios internacionales sobre las poblaciones vulnerables. Fortalecidos y ampliados, pueden evitar que estos efectos negativos se trasladen al mercado local y afecten los objetivos de reducción del déficit calórico y otros objetivos de la política social. Sin embargo, aún no constituyen un seguro garantizado contra las consecuencias significativas que pueden tener las alzas en los precios de los alimentos.


* Elaborado por Pasko Kisic, investigador asistente del programa Agenda: PERÚ

miércoles, 12 de octubre de 2011

Sobreendeudamiento: ¿una bomba de tiempo en el Perú?

Tras la crisis financiera, y a pesar de amenazas de recesión en los países desarrollados e incertidumbre por el inicio de un nuevo gobierno, el crédito al sector privado pasó de una tasa de variación anual de dos por ciento en enero 2010 a 21 por ciento en agosto 2011. Si bien tiende a estabilizarse con las menores previsiones de crecimiento económico, la pregunta central es si el crecimiento del crédito al sector privado está creando alguna burbuja financiera que amenace la estabilidad del sistema financiero en el futuro.

El sobreendeudamiento puede afectar al sistema financiero y cortar la cadena de pagos si un sector de deudores se vuelve incapaz de pagar sus obligaciones financieras. Por ejemplo, los créditos de consumo y el crédito a las empresas son los que presentan mayores niveles de morosidad (1). Como sus actividades dependen mucho del ciclo económico, una caída en sus ingresos podría reducir su capacidad de pago y con ello afectar a otros sectores que dependen de su consumo o como fuente de empleo. Sin embargo, la morosidad no ha tenido variaciones importantes y sólo representa el 1.5 por ciento del total de deudas del sistema bancario. Las principales señales negativas están viniendo de las centrales de riesgo. Aunque creciendo lentamente, los clientes con algún vencimiento en sus tarjetas de crédito fueron el 18 por ciento en octubre de este año de acuerdo a Sentinel Central de Riesgo, y con importantes vencimientos el 12 por ciento—sumados son cerca de 600 mil deudores de tarjeta de crédito con problemas.

Aparte de un evento adverso por el lado de los ingresos, el sobreendeudamiento también se puede causar por el comportamiento oportunista y riesgoso de prestamistas o deudores. En el caso del primero, existe evidencia que la colocación de tarjetas de crédito ha aumentado en provincias particularmente para el caso de créditos de consumo y que se estarían relajando algunos estándares de evaluación en medio de una guerra de colocaciones y compras de deuda. En el caso del segundo, la actitud de adquirir préstamos en diversas instituciones se vuelve un problema si las tasas para el repago de las deudas adquiridas empieza a aumentar. Otro ejemplo de oportunismo que genere problemas futuros son las campañas de “no pago”, que buscan presionar a las instituciones bancarias en caso de altas tasas, pago por servicios o multas, aunque han tenido un impacto muy marginal en Perú.

Estas señales no conforman una amenaza al sistema financiero cuando se mira de manera más agregada. La morosidad es aún baja y varios analistas consideran que el crecimiento del crédito corresponde bastante bien al crecimiento económico y al hecho que la penetración de los créditos es aún baja. Por otro lado, la regulación prudencial de la Superintendencia de Banca y Seguro es bastante exigente, y el sistema de provisiones por incobrabilidad de créditos ha funcionado para moderar el crecimiento del crédito en anteriores ocasiones. Además, algunas presiones al alza de las tasas de interés se han venido moderando, causando una reducción importante en las tasas de crédito de consumo de cuatro por ciento entre setiembre y junio de 2011.

Sin embargo, no se puede negar la vulnerabilidad de algunos sectores que podrían estar sobreendeudados y perder su capacidad de pago si sus fuentes de ingreso se complican. Además, debe distinguirse de aquellos comportamientos oportunistas y riesgosos de instituciones financieras y deudores, los cuales en mayor medida de lo posible deben ser los principales afectados por su comportamiento; y de aquellos deudores que pueden resentir una merma de sus ingresos en caso de complicarse las condiciones de mercado o ante eventos imprevistos. Saber esto a ciencia cierta es casi imposible, por lo que la mirada a varias señales opuestas debe ser materia de seguimiento cercano del ente regulador del sistema financiero para tomar las medidas en caso se estén generando las condiciones para burbujas de sobreendeudamiento con potencial de crear problemas en el sistema financiero en conjunto.


(1) Mientras la morosidad en el segmento de las pequeñas empresas se sitúa entre cinco y seis por ciento en lo que va del año, en el sector de las grandes empresas es casi nulo y en las microempresas es alrededor de tres por ciento. Los créditos de consumo presentan morosidad alrededor de tres por ciento.


* Elaborado por Fernando Prada, investigador asociado de FORO Nacional Internacional

martes, 4 de octubre de 2011

El potencial inclusivo de la Ley de Consulta a los Pueblos Indígenas

Dieciséis años después de que el Estado peruano suscribió el Convenio 169 de la OIT, el actual Congreso de la República finalmente aprobó la Ley de Derecho a la Consulta Previa de los Pueblos Indígenas u Originarios. Con esta norma, el Estado asume la responsabilidad de ser el promotor y garante del cumplimiento del derecho a la consulta y con ello podrá fomentar el involucramiento de los pueblos originarios en la toma de medidas administrativas o legislativas que les afecten.

Diversos sectores del Estado, la sociedad civil y el empresariado reconocen esta medida como parte del consenso que se ha establecido en el Perú respecto de la creación de políticas de inclusión a la población pobre y vulnerable, que garanticen el respeto de sus derechos políticos y sociales. Además de su componente normativo, esta ley tiene el potencial de convertirse en un instrumento para conseguir superar la indiferencia histórica hacia grupos marginados. La norma hacer visibles diferentes identidades culturales que conviven en un país históricamente marcado por la desintegración y el desarrollo heterogéneo.

Durante las dos últimas décadas, el dinamismo de la economía posibilitó que capitales privados que invierten en exploración y explotación de recursos naturales penetraran dentro de territorios donde la presencia estatal era y continúa siendo escasa. Esta ausencia del Estado generó que muchas veces sean las mismas empresas, o entidades surgidas desde la sociedad civil, las que orientaran el involucramiento de los pueblos indígenas en la toma de decisiones que les afectaban. Sin embargo, si bien algunos de los procesos de participación de los pueblos indígenas resultaron exitosos, en muchos casos la relación entre el mercado y la sociedad civil, sumada a la desatención del gobierno, ha devenido en conflictos sociales, algunos de ellos violentos. La Defensoría del Pueblo señala que de los 214 casos de conflictos sociales, más del 50% está asociado a conflictos socioambientales, que en su mayoría involucran a pueblos nativos.

La exitosa reglamentación e implementación de esta ley podría fortalecer el estado de derecho, puesto que la inclusión de los grupos marginados dentro de la legalidad estatal generaría una plataforma de canalización de demandas dentro de la agenda pública sin recurrir a manifestaciones violentas. Asimismo, el papel activo del Estado podría articular eficazmente los intereses de las compañías privadas y de los pueblos indígenas, lo que permitiría planificar y ejecutar mejor los procesos de exploración y explotación de recursos naturales. Lograría además que se realice un plan de ordenamiento territorial concertado entre el Estado y las poblaciones, para definir el tipo de uso que se le dará al territorio nacional. En consecuencia, esto fomentaría una mayor presencia del Estado en aquellos lugares que históricamente no han sido foco de desarrollo.

Sin embargo, existen serios desafíos que podrían complicar la reglamentación e implementación de la norma. El primero esta relacionado con la definición de quiénes serán los sujetos de la consulta. Si bien el Perú reconoce la existencia de más de 5000 comunidades campesinas y más de 1000 comunidades indígenas, la ley establece criterios poco específicos para determinar quienes serían sujetos de consulta. Por ejemplo, que se señale como requisito la posesión de patrones culturales y modos de vida distintos de otros sectores de la población, excluiría que la norma se aplique a comunidades campesinas o pueblos amazónicos cuya vinculación con patrones culturales occidentales haya sido más fluida. Sin embargo, que se diga que la propia autodeterminación de los pueblos serviría para definirlos como pueblos nativos, permitiría que cualquier comunidad, sea nativa o campesina, se valga de este criterio para señalar su “originariedad” cultural y convertirse en sujetos de la consulta.

El segundo punto está vinculado con las facultades que se le otorgan a los sujetos de la consulta. De acuerdo a la norma, no tienen derecho a veto y las decisiones finales las toma el Estado. Sin la adecuada implementación de esta norma, se abre la posibilidad de que los pueblos indígenas se manifiesten violentamente cuando no se llegue a consenso entre ellos, el Estado y/o las empresas. El Estado peruano se compromete a asumir una responsabilidad que demandará de capacidades que aun tiene que fortalecer, por ejemplo, para realizar la consulta de los 68 grandes proyectos de minería, electricidad e hidrocarburos que tendrían observar esta norma.

Como señala Wilfredo Ardito Vega, el tercer desafío involucra la normatividad vigente. La aprobación de la ley permitiría que los pueblos indígenas reclamen una revisión de las medidas administrativas y legales tomadas por los cuatro gobiernos anteriores. El Tribunal Constitucional confirmó la validez de dichas medidas debido a que invalidarlas afectaría la seguridad jurídica y la buena fe de las empresas que recibieron concesiones mineras y petroleras. Si bien la Ley de Consulta señala que su aprobación no implica que se modificarán las normas anteriores, los pueblos indígenas podrían reclamar su revisión amparándose en el hecho de que el Convenio 169 ya estaba vigente cuando se tomaron esas medidas.

Finalmente, pensar que esta ley abrirá el camino para el diálogo y la concertación entre sectores del Estado y pueblos indígenas neutrales –sin politización -, no parece ser el modo más realista de interpretar este acontecimiento. Tanto los sectores del Estado como los pueblos originarios obedecen a intereses políticos y económicos que la administración gubernamental tendrá que saber articular si es que quiere cumplir sus compromisos de inclusión social.

* Elaborado por Romeld Bustamante, investigador asistente de FORO Nacional Internacional

martes, 27 de septiembre de 2011

La "no intervención" y la protección de la democracia

En la nota semanal anterior describimos, sobre la base de lo discutido en la conferencia "La Preservación y Promoción de la Democracia en las Américas" del 12/9/2011, cómo ahora se busca que la Carta Democrática Interamericana (CDI) tenga mayor énfasis en la inclusión social. Sin embargo, hubo otro punto recurrente, y más controvertido, en las intervenciones en dicho foro. Al no implicar acuerdos vinculantes ni establecer bases claras para actuar frente a situaciones donde se "altere" el orden democrático, ¿realmente sirve la CDI para defender a la democracia en América Latina?

La mayor cantidad de las críticas a la carta y a las organizaciones que se apoyan de alguna manera en sus principios (como la CAN, OEA y UNASUR) van en torno a la capacidad de hacerlos respetar. Es decir, para muchos no son viables estas organizaciones si no pueden hacer respetar su voluntad ni principios, frente a actores y prácticas que afectan la democracia.

No intervenir en los asuntos internos de sus vecinos es un principio que rige las políticas exteriores de los países latinoamericanos. Por ello, es difícil que la CDI pueda convertirse explícitamente en un instrumento de resolución de situaciones donde se quiebra el orden democrático. Como afirma Diego García Sayán, la CDI constituye un sistema de prevención antes que de solución, más aún cuando algunos temas de la Carta no están bien definidos; por ejemplo, el concepto de "alteración del orden democrático".

En realidad, no hubo señales de que se quiera consolidar a la CDI como base para resolver situaciones de crisis. El Presidente Humala resaltó, más bien, su importancia como espacio de diálogo interamericano y la necesidad de fortalecerla como tal. Jose María Insulza, afirmó por su parte que la CDI no fue concebida para aplicarla a "infractores" sino que es un programa político-democrático que expresa lineamientos compartidos. También para Adalid Contreras, Secretario General de la CAN, la CDI es un instrumento dirigido a prevenir posibles rupturas que afecten al orden democrático. Agregó que, si bien la CDI no implica acuerdos vinculantes, sí implica la legitimidad de estos valores democráticos para los países miembros y las organizaciones multilaterales.

Repetidamente se expresó la preocupación acerca de si hay alguna forma práctica de hacer respetar y seguir los principios de la CDI frente a intentos de desestabilización democrática. Sin embargo, queda claro que no hay intención mayoritaria entre los gobernantes de los países miembros, ni los dirigentes de entidades internacionales de que la CDI evolucione en dicha dirección. Por lo visto en este importante foro, como espacio de diálogo y como herramienta de prevención en favor de la democracia, la CDI podrá orientarse cada vez más en los próximos años hacia la inclusión social, pero difícilmente hacia convertirse en un instrumento para hacer cumplir los principios democráticos.

Sin embargo, cabe recordar que nuevas iniciativas suramericanas, como la de la UNASUR, sí apuntan a utilizar los principios de la CDI, más no la carta misma, como mecanismos vinculantes progresivos, que vayan desde las sanciones discursivas hasta las económicas y financieras. La evolución de estas medidas en defensa de la democracia es un punto que las naciones americanas tendremos que vigilar bien, en un contexto en el cual las relaciones internacionales se fortalecen y pesan más en nuestros sistemas nacionales.


* Elaborado por Pasko Kisic, consultor, y Gonzalo Alcalde, coordinador del programa Agenda: PERÚ.

martes, 20 de septiembre de 2011

Humala: La democracia como medio para la inclusión social

El pasado lunes 12 se llevó a cabo en Lima la conferencia "La Preservación y Promoción de la Democracia en las Américas", con motivo del décimo aniversario de la Carta Democrática Interamericana. Un día antes, se reunieron también en Lima trece ex presidentes iberoamericanos para conmemorar dicha ocasión y reiteraron su apoyo a la democracia y al desarrollo. Cabe recordar que la CDI nació principalmente de una iniciativa peruana en la III Cumbre de las Américas de Québec (Canadá) en 2001, y que buscaba evitar que se repita una experiencia como la del autogolpe de Fujimori en 1992.

Más allá de los comentarios críticos sobre las limitaciones que ha tenido el uso de esta carta (a veces llamada "Constitución interamericana") en situaciones como la de Honduras en 2009, llamó la atención el énfasis que el Presidente Humala volvió a dar a la Inclusión Social en la conferencia, esta vez en el marco de un foro internacional.

El presidente resaltó que la Carta Democrática Interamericana (CDI) debe convertirse en un espacio de diálogo para compartir experiencias con el fin de fortalecer la democracia en América. En efecto, es necesario abordar y resolver los conflictos sociales y la desigualdad por medios democráticos. Sin embargo, también dijo que la democracia es el camino al desarrollo y el bienestar, no el fin. El fin, más bien, es buscar el bienestar de la población. En este sentido, hizo un llamado a buscar una CDI de segunda generación que se enfoque de esta manera en desarrollar y fortalecer políticas de inclusión social.

Humala habló de "democratizar la democracia", donde la paz y el crecimiento económico solo pueden consolidarse si hay mayor inclusión social, política y económica. Solo así la población podrá, según anotó, finalmente confiar en sus líderes.

Si tomamos al presidente al pie de la letra, al igual que a los líderes de Unasur que se reunieron en Lima el 28 de julio último, en los próximos años deberíamos esperar en toda Sudamérica la puesta en marcha de un nuevo enfoque de las políticas públicas que nunca más pierdan de vista la inclusión y bienestar, así como un nuevo período de acciones concertadas e integradas a nivel interamericano.

Ante tantos discursos de renovada sensibilidad social, una de las preguntas que surge desde la ciudadanía atenta es, ¿existe una institucionalidad de la sociedad civil (y del Estado) a nivel internacional que permita exigir el cumplimiento de estos nuevos compromisos nacionales y supranacionales? ¿Debemos solo esperar con los brazos cruzados, o mejor aprovechar el momento de aparente cambio para ejercer presión que permita un cambio real y no sólo retórico?

Definitivamente, una prueba clave del compromiso de los demócratas prominentes de la región es que vuelquen ahora sus esfuerzos para que los ofrecimientos nacionales e internacionales se traduzcan en nuevas políticas sociales, y que estas tengan resultados reales para los casi 180 millones de pobres de América Latina.

* Elaborado por Pasko Kisic, consultor, y Gonzalo Alcalde, coordinador del programa Agenda: PERÚ.

lunes, 12 de septiembre de 2011

Congresistas itinerantes: Más allá del impacto en el presupuesto

Las reacciones ante la reciente decisión de la Mesa Directiva del Congreso de realizar sesiones del Pleno en diferentes puntos del país han revelado una profunda miopía de los propios congresistas, de varios analistas políticos y de algunos periodistas sobre la relevancia de acercar este poder del Estado a la población. “La democracia cuesta” ha sido la respuesta del Presidente del Congreso, mientras que “no queremos otorongos paseando por el Perú con el dinero del contribuyente” ha sido el tenor de varias editoriales al respecto.

El enfoque de quienes se oponen es sesgado y cortoplacista, pues se centra sólo en los costos para el fisco. Además, podría ser contraproducente al dejar en la población la sensación de que estas consultas y la idea de acercar el Estado a la gente constituyen un gasto innecesario, el cual debería suspenderse por oneroso.

La evaluación de proyectos y políticas públicas provee herramientas para estimar la relevancia y el valor social de las medidas, más allá de los desembolsos inmediatos, que emprende el sector público en términos de costos, a los actores involucrados, y de los beneficios que generan. El resultado neto de contabilizar estos costos y beneficios para todos los actores involucrados constituye el criterio para dar luz verde a un proyecto o iniciativa. Además, este resultado neto debería permitir comparar la eficiencia de esta iniciativa con respecto a otras alternativas, las cuales podrían generar los mismos beneficios, pero a un costo distinto.

El gobierno, a través de la Mesa Directiva del Congreso, ha establecido el objetivo del “Congreso Itinerante”. De manera clara: el Congreso está desprestigiado porque no ha ejercido de manera efectiva su función de representación y ha legislado básicamente desde Lima. La solución propuesta por la Mesa Directiva consiste en acercar (físicamente) a los Congresistas con la población a través del diálogo sobre las demandas concretas en cada región que visiten.

Evaluemos primero los costos de esta medida. Trasladar al Pleno del Congreso y organizar visitas de los congresistas a 43 distritos de la región Ica tiene un costo de transporte de los congresistas y sus delegaciones, preparación de instalaciones, alimentación, seguridad y materiales. Se ha estimado que se gastó entre S/.130 mil y 200 mil soles, aunque esto sólo corresponde a la parte que corresponde a recursos del fisco. Además, existen algunos costos ocultos, directos e indirectos, que pueden estimarse utilizando el cálculo de la huella ecológica de trasladar la sesión del hemiciclo a otra ciudad, los costos por accidentes ocurridos y otros riesgos probables y que, en algunos casos, sucedieron. Adicionalmente, se debe sumar el costo del tiempo de los funcionarios de Ica que participaron de las actividades, lo invertido por la región y los municipios, y el costo de la presión sobre los recursos de la ciudad de Ica, tales como mayor tráfico, cierre de calles, limitada libertad de movimiento por temas de seguridad, entre otros.

Estos resultados se deben contrastar, primero, con el costo que normalmente supone la sesión centralizada en Lima que han sido ahorrados y considerar el valor del beneficio que esto trae a la región Ica. Esta pasó de contar con cuatro representantes a contar con 122 por un día, con diálogo en 43 distritos. Ha tenido la oportunidad de poner en agenda de todo el legislativo las preocupaciones de este territorio, lo que normalmente tarda meses.

Una evaluación posterior podrá considerar si como resultado de esta visita se lograron presentar iniciativas legislativas o de fiscalización que generen beneficios a la región. Por ejemplo, algunos comentarios de los legisladores estaban orientados en la necesidad de establecer una investigación por el alto número de denuncias de corrupción como consecuencia del proceso de reconstrucción luego del terremoto de Pisco. De encontrarse responsabilidad y se concluyan procesos judiciales a favor como consecuencia de las investigaciones iniciales del parlamento, las reparaciones civiles pueden ser consideradas como un retorno de la iniciativa.

Sin embargo, al sopesar los costos con los beneficios estamos parcialmente ciegos pues es difícil medir algunos de ellos. Un primer desafío es cómo medir los beneficios de la mejor representación de los congresistas. Igualmente, cómo medir los beneficios en términos de reducir el desprestigio del Congreso, por lo menos en Ica, que puede redundar en mayor legitimidad y por ello en un fortalecimiento de la gobernabilidad. Definitivamente un conocimiento de la realidad desde el campo le va a servir a los congresistas para empaparse de la realidad fuera de los fueros que los eligieron con el fin de tener una visión más de conjunto. Otro desafío es medir la importancia de la cercanía de los congresistas. Por ejemplo, cuánto se ahorran los funcionarios de Ica y la población en general para cabildear por proyectos para sus jurisdicciones sin tener que ir a Lima, o si el hecho que los congresistas estén en Ica contribuye a concluir con mayor celeridad los trámites para realizar estos proyectos.

Algunos beneficios han sido recogidos de manera tímida por la prensa. Por ejemplo, el empoderamiento de Ica y el hecho simbólico político de que el Congreso se acerca a la población. Y además, definitivamente va a existir algún impacto económico de tener más de 100 congresistas con alto poder adquisitivo comprando bienes y servicios.

En términos agregados se puede estimar que la medida ha generado beneficios presentes y potenciales para el país y la región Ica. Sin embargo hace falta también comparar si se pudo lograr estos resultados a un menor costo. Algunas alternativas pudieron considerar visitar la región (y otras a futuro) con grupos de trabajo más pequeños que no involucren a todos los congresistas en la misma zona, pero que sea mayor al número regular de representantes.

No está mal que haya celo en cuidar los recursos públicos. Pero rechazar medidas cuyo potencial efecto positivo no es fácil de expresar en términos financieros, solo porque “cuestan”, es una forma miope de evaluar políticas públicas. Más bien, deberíamos esforzarnos por perfeccionar metodologías para medir los beneficios de largo plazo de una mejor representación y cercanía de los poderes a la población, así como el valor de la participación en términos de empoderamiento y capacidad para cabildear por proyectos para sus regiones.


* Elaborado por Fernando Prada, investigador asociado de FORO Nacional Internacional, con la colaboración de Mario Bazán y Gonzalo Alcalde

lunes, 5 de septiembre de 2011

Un nuevo consenso suramericano por la inclusión social

Al mismo tiempo que Ollanta Humala asumía el poder el último 28 de julio, la más reciente cumbre presidencial de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) produjo una importante declaración final que puso en primer plano el objetivo de los 12 países de luchar contra la desigualdad, logrando la inclusión social y reduciendo la pobreza. En las siguientes semanas, el Presidente Humala también ha declarado a la inclusión social como gran objetivo de su gobierno.

Se afirma que esta debe ser más que una declaración de principios, y la Unasur buscaría profundizar un plan para establecer la agenda conjunta de acciones sociales prioritarias. En ese sentido esta declaración puede entenderse como una gran oportunidad de cambio, al constituir la confirmación a nivel oficial, de un consenso regional emergente por la igualdad social y redistribución como contrapartes necesarias al crecimiento y a un manejo macroeconómico responsable.

Los países de la región, antes que mantenerse en la ortodoxia liberal o virar hacia opciones de cambio radical, parecen estar optando por el modelo centrista establecido en las últimas décadas por Brasil y, en menor medida, Chile, donde el manejo económico ortodoxo va de la mano de políticas redistributivas y programas sociales que no se detienen en las medidas focalizadas o transitorias, sino que asumen un derecho universal a ciertos beneficios. Esta combinación de manejo económico y social queda particularmente clara en el discurso del nuevo gobierno en Perú hasta la fecha.

A nivel del discurso oficial, entonces, estamos cada vez más lejos de la noción vigente en los noventa de que la mejor política social es una buena política económica. Hoy cada vez más se perciben como ámbitos complementarios pero con una lógica y motivaciones particulares en cada uno. El gasto social de los gobiernos, antes que el simple crecimiento económico, empieza a verse nuevamente como el principal instrumento para mejorar la distribución del ingreso. En este sentido, las cifras de la CEPAL indican que hubo poco crecimiento en el gasto social de los países suramericanos (como porcentaje de sus PBI) por gran parte de la última década.

Mientras que en años anteriores parecía crecer la nueva demanda popular y a veces oficial por un quiebre radical con respecto al neoliberalismo y la economía global, algunas de las protestas recientes más visibles exigen cambios que encajan dentro del nuevo consenso. Las grandes protestas en Chile en julio y agosto 2011 por la universalización del acceso gratuito a la educación superior, por ejemplo, no reclaman cambios en el modelo macroeconómico sino una reducción de la desigualdad, en general, y más concretamente medidas universalistas de política social que garanticen beneficios para toda la población.

Sin embargo, otras poblaciones sí siguen exigiendo cambios radicales y rupturas, y es preciso entender los desafíos que esto plantea para el nuevo consenso y una combinación de políticas más equilibradas. En el Perú, por ejemplo, varios episodios de descontento social que derivaron en violencia y muertes, desde Bagua en 2009 hasta recientes erupciones violentas en Puno en 2011, estuvieron acompañados por discursos de ruptura con el modelo económico vigente y de enfrentamiento con grandes intereses económicos. Según se informó recientemente, entre 2006 y 2011, fallecieron 191 personas en Perú a causa de conflictos de carácter socioambiental, la gran mayoría de ellos en zonas rurales. La falta de mecanismos de prevención y diálogo ha sido destacada por los medios, pero también cabe anotar la persistente situación de exclusión de carácter económico, social, político y cultural que afecta a los pueblos involucrados en estas disputas con el Estado.

Esto nos recuerda que, si queremos evitar este tipo de episodios, aún hay necesidad urgente de pensar en medidas y programas particulares que beneficien a grupos poblacionales que tienen dificultades crónicas para acceder a los bienes y servicios ofrecidos por los programas universalistas. No solo es cuestión de hacer más eficientes o eficaces los programas y políticas existentes. En el caso de Perú, sobre todo, queda claro que hay elementos de ubicación geográfica y de dispersión poblacional, pero también de factores culturales y maneras alternativas de entender y manejar la propiedad y las relaciones sociales, que pueden conducir a situaciones confrontacionales si es que no se mejora el entendimiento y las herramientas para atenderlos.

*Elaborado por Gonzalo Alcalde, coordinador del programa Agenda:PERÚ

martes, 30 de agosto de 2011

Desafíos persistentes para incluir a las mujeres en la política peruana

La inclusión social ha sido declarada prioridad del nuevo gobierno. Por ello, este es un momento oportuno para considerar cómo estamos avanzando en una de nuestras tareas pendientes más importantes para lograr la inclusión social: la plena participación de la mujer peruana en la política. Como parte de las actividades de consulta del relanzamiento de Agenda: PERÚ, la semana pasada organizamos un pequeño taller, en colaboración con SECEP, para conocer las perspectivas de mujeres jóvenes que militan en diversos partidos políticos (Partido Aprista Peruano, Perú Posible, Partido Popular Cristiano, Acción Popular y Solidaridad Nacional) y recogimos varias conclusiones interesantes, algunas de las cuales compartimos en esta nota.

Por el lado de los avances, las asistentes observaron algunas mejoras institucionales que han fomentado la participación de la mujer en la vida política. En la última década ha habido cierta voluntad política desde los gobiernos, en respuesta a una creciente demanda desde la sociedad, por promover la equidad en la participación entre varones y mujeres. A raíz de esto, el rol de la mujer en política cuantitativamente se ha ampliado, puesto que ahora hay más mujeres que desempeñan funciones públicas que en décadas anteriores. Esto no es sostenido, sin embargo; en el Congreso de la República, por ejemplo, se ha retrocedido nuevamente en las últimas elecciones. Por otra parte, en los movimientos de base son principalmente las mujeres quienes tienen la iniciativa para generar cambios positivos en la sociedad. En términos generales, hoy las mujeres son más activas políticamente y, a diferencia de décadas pasadas, reclaman igualdad de oportunidades.

Sin embargo, persisten desafíos muy grandes para mejorar cualitativamente la participación e impacto de las mujeres en la política, más allá de lo que se pueda lograr estableciendo cuotas obligatorias. Algunos desafíos se ubican en el plano de lo político pero otros escollos significativos son las fuertes inercias culturales que no permiten que las mujeres tengan un rol protagónico en la política.

En la base de los obstáculos culturales está la configuración machista del imaginario peruano. En las zonas rurales, por ejemplo, impide que las mujeres participen en política la presión social que viene desde la familia y la comunidad mismas. Las barreras existen tanto en el ámbito urbano como rural. Según observaron las participantes del taller, dentro de los grupos pobres el 70 u 80% de quienes inician movilizaciones son mujeres, pero esa iniciativa y protagonismo no se refleja en los cargos más altos, lo cual también sucede en los partidos políticos.

Los factores políticos y culturales se erigen como barreras impuestas principalmente por los varones. Cualitativamente, los sistemas de cuotas introducidos no han contribuido mucho para fomentar la incidencia de la presencia femenina en la política, porque dentro de los partidos las mujeres son colocadas en los últimos lugares de las listas de candidatos. Finalmente, los referentes femeninos que participan activamente en política no han contribuido tanto como podría esperarse a evidenciar la importancia que tiene la participación femenina en la vida política. Debido a la cultura machista imperante, las mujeres en cargos públicos aparentemente están más expuestas al escarnio público. La labor materna, por ejemplo, puede ser usada tanto para señalar un aspecto desfavorable en el potencial para desempeñar cargos, si es que tiene hijos, como también para acusarla de no cumplir con su rol natural, si es que no los tiene.

Actualmente venimos incorporando estas y muchas consideraciones más para integrar más plenamente la perspectiva de género al nuevo diagnóstico de la gobernabilidad democrática peruana que estamos completando desde Agenda: PERÚ.


* Elaborado por Gonzalo Alcalde, coordinador, y Romeld Bustamante, investigador asistente, del programa Agenda: PERÚ.

lunes, 22 de agosto de 2011

¿Estamos desperdiciando el potencial de la televisión digital para nuestro desarrollo?

Pocos negarían que es importante para la democracia que las diversas perspectivas políticas tengan cabida en los medios de comunicación. Sin embargo, a pesar de que la falta de pluralismo en los grandes medios fue un tema álgido durante el último proceso electoral, no surgió una solución o conjunto de soluciones a esta carencia. Más aún, hubo un fuerte rechazo de poderosos actores políticos y económicos a cualquier propuesta de reforma con miras a asegurar la pluralidad, particularmente si involucraba mayor intervención del Estado. Por un lado, se hizo evidente una falta de reconocimiento del carácter público del servicio que proporcionan los medios pero, por el otro, también es cierto que ninguna nueva política al respecto debe ser percibida como una amenaza a la libertad de expresión o a la propiedad privada. Por ello, el diálogo es esencial. El tema es sensible, indudablemente, pero también es urgente.

Donde no debe haber dudas, empero, es en evitar que la falta de pluralismo se perpetúe en los nuevos medios que los avances tecnológicos están haciendo disponibles a la población actualmente. Lamentablemente, esto es exactamente lo que viene ocurriendo con la radio y televisión digital y es importante que el tema reciba mayor atención. Los requisitos financieros y técnicos que viene imponiendo el Estado para poder administrar las frecuencias de televisión digital son tan elevados que, en la práctica, si las políticas no cambian los mismos actores poderosos (y basados en Lima) que controlan los medios analógicos existentes serán los que controlen las señales digitales. Es decir, las mismas grandes empresas de televisión y otros medios que controlan los canales actuales y que han sido cuestionadas por su falta de apertura a la pluralidad de opciones políticas y de las voces de un mayor número de grupos sociales.

Lo más lamentable de esta tendencia actual (y que es escasamente reportada en los medios de comunicación que hoy predominan) es que estamos desperdiciando el gran potencial que ofrece la televisión digital para el desarrollo descentralizado del país, y no sólo para los negocios desde la perspectiva de la televisión comercial. Además de permitir una mejor imagen y sonido, permite transmitir mayor número de canales en simultáneo donde antes solo se transmitía uno, permite la interactividad, y es posible recibirla en teléfonos móviles. Así, abre posibilidades inéditas de carácter educativo y para el desarrollo y gestión pública en todo nivel. Ello no obstante, sin políticas que aseguren la participación de los actores locales y regionales, así como de nuevos actores comunitarios y organizaciones sociales, seguirá siendo mínimo el papel que juegan los medios de comunicación en la consolidación de la gobernabilidad democrática y el desarrollo humano.


* Elaborado por Gonzalo Alcalde, Coordinador del programa Agenda: PERÚ.

lunes, 15 de agosto de 2011

La política como algo más que un “mal necesario”

Desde el fin de la segunda vuelta electoral y hasta hoy, un tema que ha concentrado mucha atención de la opinión pública es la designación de los ministros y otros altos funcionarios del nuevo gobierno. Con frecuencia se ha hecho la distinción entre personas que ocuparían cargos “políticos”, lo cual se menciona casi siempre con connotaciones negativas, y otros que estarían supuestamente al margen de la política y desempeñarían cargos “técnicos”. Quizás el ejemplo más claro de una cartera para la que se ha reclamado siempre un nombre “técnico” es la del Ministro de Economía y Finanzas.

Sin embargo, esta distinción tajante entre lo político y lo técnico (como políticamente "neutral") es artificial y corresponde a una visión simplista que ha perdido vigencia internacionalmente. Nada en la gestión pública es puramente "técnico" ni libre de intereses políticos. Deberíamos alejarnos de esa visión, pues genera una concepción distorsionada del desarrollo y de la gestión pública. “Político” es, más bien, cualquier factor relacionado con el uso y distribución del poder, no solo en el marco del Congreso o de un partido sino incluso al armar presupuestos y al diseñar proyectos de inversión. Inevitablemente, en todas partes hay política porque hay actores individuales o colectivos con intereses particulares que frecuentemente entran en conflicto. Un ministro de Economía es también un actor con intereses propios y que toma decisiones políticas, muy trascendentales, y que deben ser adecuadamente analizadas.

No podemos olvidar que el desarrollo es, ante todo, un proceso de origen y carácter político, en el que los aspectos técnicos dependen de las opciones políticas. Todo se inicia necesariamente con decisiones políticas que nos conciernen a los ciudadanos. En un país donde las instituciones democráticas atraviesan una crisis de legitimidad desde hace décadas, es importante empezar a entender a la política como una fuente de oportunidades y riesgos para el desarrollo y para la democracia. Por lo tanto, debemos evitar las nociones sesgadas de la política entendida, por ejemplo, sólo como un riesgo para los resultados financieros y económicos de los programas o los proyectos. Todos los involucrados en la gestión pública hacen política, de una manera u otra y eso no debe ser visto como algo negativo ni vergonzoso

La política, entonces, está en todas partes, y un buen análisis permite identificar oportunidades para implementar buenas políticas y programas, encontrando aliados y recursos favorables para lograr objetivos.

Hubo una larga tradición entre las agencias de cooperación, empezando por el Banco Mundial y los bancos de desarrollo regionales, de ignorar la dimensión política de los proyectos de desarrollo o, en su defecto, de plantear lo político en términos de problemas y dificultades. Esto ha sido reconocido recientemente como razón principal del fracaso de algunos grandes proyectos de desarrollo, que sólo fortalecían los aparatos burocráticos estatales. En nuestro país, en los años 90 se implantó desde el gobierno una mentalidad “anti-política” que en muchas formas ha sobrevivido hasta la actualidad y no permite una visión integral del desarrollo, la gobernabilidad y la gestión pública.

El creciente reconocimiento de que la política está en todas partes ha llevado en años recientes a que el análisis político sea considerado en la cooperación internacional (desde el Banco Mundial y las principales agencias bilaterales hasta las ONG internacionales) como un instrumento central para alcanzar los objetivos de cualquier iniciativa de desarrollo. Bien aplicado, permite tomar en cuenta, en el diseño e implementación de una iniciativa, la información relevante que puede contribuir a que un programa o proyecto alcance sus objetivos.

El análisis político (formal o informal) es necesario siempre y en todo nivel porque se requiere examinar las disputas y negociaciones entre grupos de interés, los cuales defienden o buscan aumentar su poder de decisión y sus derechos sobre el uso de recursos de todo tipo. Entender estas disputas y negociaciones no sólo involucra examinar a los actores individuales o grupales, sino que también está íntimamente ligado a entender el papel de las instituciones y los factores estructurales que forman el contexto de cualquier relación social.

Este análisis ya se hace de manera informal en todas las agencias y proyectos, y desde el ámbito nacional hasta el local, todo jefe de programa o proyecto con cierta experiencia, ha desarrollado por necesidad algún instinto o método informal para evaluar el contexto político y sus implicancias. Es importante asumir esto y empezar a elaborar marcos y herramientas formales para el análisis que permitan manejar los factores políticos de la manera más favorable al desarrollo y gobernabilidad democrática, en lugar de pretender aislar lo político de la gestión pública.


* Elaborado por Gonzalo Alcalde, coordinador del programa Agenda: PERÚ de FORO Nacional Internacional

lunes, 8 de agosto de 2011

La innovación en el Perú: desafíos y propuestas del nuevo gobierno

La capacidad de innovación del Perú está rezagada con respecto a la región y el resto mundo. El índice global de la innovación ubica al Perú en el puesto 83 de 125 países considerados, y octavo de los once países considerados en Suramérica. Sin embargo, en los aspectos específicos de capital humano e investigación y productos científicos el país retrocede a los puestos 108 y 110, respectivamente. Dentro de capital humano e investigación, en los sub-factores de educación y de investigación y desarrollo, el Perú se encuentra en los puestos 106 y 112, mientras que dentro de la categoría productos científicos, en creación de conocimiento, en el puesto 115 y en difusión de conocimiento en el 117.1

Uno de los canales para crear capacidades en innovación es la inversión pública en investigación y desarrollo, la cual se realiza a través de institutos públicos de investigación, universidades públicas y fondos concursables para organizaciones públicas y privadas. Durante el año 2010, el presupuesto público para este campo alcanzó alrededor de los US$252 millones (o S/. 705.6 millones), de los cuales sólo se ejecutó 50.4 por ciento (S/. 357.9 millones, que equivalen aproximadamente a US$128 millones).2 Estos resultados muestran que la capacidad de gestión y las restricciones administrativas para la ejecución de inversiones son algunos de los principales impedimentos para el uso efectivo de los recursos disponibles. Los fondos concursables son los que mejor desempeño mostraron durante este año con 84.2 por ciento de ejecución de su presupuesto, seguidos por los institutos públicos de investigación (con 82.6 por ciento de ejecución). En contraste, las universidades que cuentan con recursos del canon son las que mayor dificultad tuvieron para ejecutar sus presupuestos —sólo gastaron 26 por ciento de su presupuesto de investigación.

El gobierno entrante ha reiterado su compromiso con la ciencia, tecnología e innovación. Primero a través de su plan de gobierno en la campaña electoral, y últimamente en la presentación realizada por el Primer Ministro, Salomón Lerner, el 5 de agosto del 2011 en la Universidad de Ingeniería en el marco del Encuentro Científico de Invierno. En su discurso propuso aumentar la inversión en ciencia, tecnología e innovación al 1 por ciento del PBI y mencionó cuatro tipo de acciones: (i) formación de recursos humanos, atracción de científicos peruanos en el extranjero, para que retornen al país y becas de estudios; (ii) mejoras en la transferencia de tecnología para adoptar y adaptar nuevas tecnologías; (iii) generación de mecanismos de financiamiento tales como recursos-semilla y capitales de riesgo; y (iv) fortalecimiento del marco institucional que vincule los esfuerzos en ciencia y tecnología con los de mejora de la competitividad y productividad. En este último grupo de acciones mencionó que se están realizando los estudios para proponer la creación del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación.

Si bien la creación de un ministerio puede parecer la solución para acoger a los científicos y darle mayor atención a este campo, debe considerarse el riesgo de aislar la capacidad de investigación que actualmente tienen otras entidades públicas y se incremente la burocracia sin generar mayor impacto. Es posible avanzar mientras esta nueva institución se diseña, aumentando las inversiones públicas en ciencia, tecnología e innovación, y mejorando la capacidad de ejecución de las entidades que tienen a su cargo estas funciones pero sobre todo reasignando los recursos disponibles (y escasos) utilizando los mecanismos que han dado mejor resultado: los fondos concursables.

A través de este mecanismo es posible, además, fortalecer las capacidades de institutos y universidades públicas, porque tendrían que mejorar sus capacidades en orden de competir con otras instituciones públicas y privadas. Es también necesario introducir incentivos que motiven a los investigadores a realizar esfuerzos, premiando a aquellos que vinculen la generación de conocimientos y la adaptación de tecnologías con la producción de bienes y servicios. Paralelamente, deberíamos avanzar en ampliar los beneficiarios de los recursos recaudados por el Canon a universidades y centros de investigación privados, por ejemplo.

Estas acciones deben complementarse con medidas que permitan mejorar la capacidad de poner en valor el conocimiento, reemplazar la estructura productiva, basada en materias primas, por una de mayor valor agregado, generar mejores condiciones para contar con recursos humanos adecuadamente preparados, y fortalecer a las entidades que integran el sistema nacional de innovación. Los desafíos son muchos y requieren de tiempo para dar resultados. El contexto económico ha sido favorable en los últimos años, y se han acumulado experiencias valiosas en el manejo de recursos para innovación, ciencia y tecnología. Es posible que el contexto siga siendo favorable por algunos años más, pero luego se tornará adverso. Se requieren medidas urgentes para aprovechar esta ventana de oportunidad, consolidar logros y abrir nuevos espacios de desarrollo.

* Escrito por Mario Bazán, Director Ejecutivo de FORO Nacional Internacional
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1 Dutta, Soumitra (ed.) (2011), The Global Innovation Index 2011: Accelerating Growth and Development, Fountainebleau: INSEAD.
2 Basado en Bazán, M. y F. Romero (2011), “Inversión pública en investigación y desarrollo en el Perú 2010”. Estudio realizado por encargo del BID. Lima: FORO Nacional Internacional.

lunes, 1 de agosto de 2011

Asentando el Equipo de Gobierno

El discurso inaugural del Presidente Ollanta Humala permite anticipar lo que serán algunas líneas maestras de su gobierno. Expresó un claro deseo de cambio, con mucho mayor énfasis en inclusión social que los gobiernos que lo precedieron, pero respetando la estabilidad macroeconómica. No es fácil lograr un equilibrio que satisfaga ambos objetivos, pero tampoco es tan difícil como lo quieren hacer ver algunos partidarios del fundamentalismo de mercado, quienes se horrorizan ante la perspectiva de un Estado más activo y con mayor presencia en todo el territorio nacional.

Como toda iniciativa política, la cuestión está en los detalles. El problema central es el carácter inoperante del aparato estatal en todos sus niveles. Seguimos atados a una concepción restrictiva del gasto público, heredada de períodos de suma estrechez fiscal ya superados, que pone trabas de todo tipo al uso de los recursos estatales: prohibiciones para contratar personal, procedimientos complicados para modificar presupuestos, obstáculos para compras estatales, limitaciones para realizar estudios de factibilidad para inversiones, y controles para evitar la corrupción que son tan engorrosos como ineficientes.

Más que cambiar cuadros en el organigrama del Poder Ejecutivo, el nuevo gobierno deberá agilizar el funcionamiento del aparato estatal, estableciendo nuevos procedimientos, sistemas de seguimiento, evaluaciones continuas y gestión por resultados. Como esto no es posible hacerlo en todo el aparato público de un golpe, será necesario elegir algunos programas piloto a la brevedad posible, instaurando una cultura de aprendizaje que permita diseminar las buenas prácticas sin demora.

El discurso presidencial combinó planteamientos generales con propuestas en detalle, pero tuvo algunos vacíos. El más notable fue la ausencia de planteamientos sobre ciencia, tecnología e innovación. Más importante que la creación de un ministerio, que fragmentaría aun más el Poder Ejecutivo y aislaría a la investigación científica y tecnológica en un gueto burocrático, hubiera sido conveniente reiterar su propuesta de aumentar la inversión en este campo de 0.12% a 0.7% del PBI, además de proponer medidas sobre la formación de recursos humanos altamente calificados.

Otro aspecto que hubiera requerido mayor elaboración es la creación del Consejo Económico y Social, que como mencionó el Presidente Humala tomará como base las Políticas de Estado del Acuerdo Nacional. Este nuevo Consejo debería estar vinculado directamente al Centro de Planeamiento Estratégico, con el fin de darle contenido técnico y analítico a las propuestas de política que se discutirán en él. Por otra parte, es necesario mantener el carácter independiente del Acuerdo Nacional, a fin de preservar su capacidad de concertar, de mostrar que es posible hacer política sin confrontación, y de proporcionar un espacio de encuentro para una amplia gama de instituciones, entidades y fuerzas políticas que no están necesariamente representadas en el Congreso, el Poder Ejecutivo o en otras instancias de gobierno.

Por último, el nuevo gabinete combina personalidades muy diversas, algunos con amplia experiencia en política y gestión pública, y otros con extensa trayectoria en otros ámbitos de la vida nacional. Esto indica que los primeros seis meses del nuevo gobierno serán un período de ajustes para asentar el equipo de gestión, de limar asperezas y conciliar estilos de trabajo, y también de exploración, prueba y aprendizaje para los ministros y el Presidente. Tengo confianza en que todos ellos estarán a la altura de las circunstancias.

* Elaborado por Francisco Sagasti, Investigador Primario de FORO Nacional Internacional

lunes, 25 de julio de 2011

Señor Estado, Caballero, pague sus deudas

Es bien sabido que un país que no paga sus deudas a los acreedores internacionales pierde credibilidad en la comunidad financiera internacional, deja de ser un sujeto de crédito y se convierte casi en un paria. En pleno siglo 21, sería inimaginable que siquiera se considere dejar de pagar obligaciones de la deuda externa. Pero, de la misma manera, hay consecuencias reales en el frente interno cuando el Estado incumple; lamentablemente, no les hemos dado importancia. Un Estado que por largos años no cumple los compromisos, financieros y otros, asumidos con sus propios ciudadanos también pierde credibilidad y ahonda la crisis de legitimidad que deriva, finalmente, en problemas de gobernabilidad democrática.

Una parte de este pasivo financiero que arrastramos desde hace varias décadas ha saltado a la vista en la última semana. El contexto político ha determinado que las medidas del gobierno saliente con respecto a las reparaciones individuales a las víctimas del conflicto interno y a los tenedores de bonos de la reforma agraria sean vistas con desconfianza. Desde una perspectiva de corto plazo pueden entenderse (justificadamente) como "bombas de tiempo" para el nuevo gobierno que iniciará Ollanta Humala en pocos días, pero es innegable que desde una mirada de largo plazo constituyen pasos valiosos para la relación entre sociedad y Estado.

A partir del 16 de julio, el Gobierno inició la entrega de reparaciones económicas individuales de 10.000 soles, a viudas y padres de las víctimas del terrorismo. Desde hace casi una década la decisión había sido postergada a pesar de tener el reconocimiento oficial como un paso básico para la reconciliación y la paz en el país, particularmente en zonas afectadas por las diversas formas de exclusión.

Sin embargo, el Estado no sólo adeuda a los grandes bancos internacionales y a las víctimas de la violencia terrorista, sino a muchos otros actores. El Congreso aprobó la semana pasada un proyecto de ley, para finalmente honrar bonos impagos de 1970, por más de US$1.000 millones, para los hacendados expropiados de la reforma agraria del gobierno del General Juan Velasco. Ya hace unos años el Tribunal Constitucional había determinado que dicha deuda debía ser honrada.

Estos últimos proyectos han generado controversia, se ha entendido que no se debió esperar hasta el final de un mandato para empezar a actuar, porque generan una carga financiera desmedida para el próximo gobierno. La manera de manejar estos pagos, en todo caso, aún puede dialogarse y seguramente se puede llegar a fórmulas aceptables desde una perspectiva política como financiera, sin incumplir nuevamente con los acreedores, ni desequilibrar las finanzas públicas. Felizmente, estamos en el mejor momento de la historia reciente para asumir seriamente estas responsabilidades, dados los abundantes recursos que ha generado el crecimiento de los últimos años en el Tesoro Público.

Más allá de cuál gobierno deba resolver las deudas, lo importante es que el pago a los ciudadanos acreedores (sobre todo por temas sensibles políticamente) sea entendido de una vez por todas como una política de Estado que todos los gobiernos deban respetar, igual que todos en los últimos 20 años han respetado el pago de las deudas a acreedores internacionales. Además de los dos temas mencionados hay varios más pendientes, incluyendo las deudas millonarias del Estado al seguro social que afectan la viabilidad de las pensiones de millones de peruanos. En un país realmente democrático, ninguna de estas deudas debería considerarse insignificante, ni menos respetable que las deudas a los actores externos.

* Elaborado por Gonzalo Alcalde, coordinador del programa Agenda: PERÚ de FORO Nacional Internacional

lunes, 18 de julio de 2011

Dilemas y oportunidades para comunicar el cambio

Algunos gobernantes llegan al poder generando expectativas de grandes cambios. Por eso, al poco tiempo de iniciar sus gestiones, enfrentan la tensión entre la promesa de campaña y los resultados que ese cambio efectivamente va trayendo a la población. El caso de Barack Obama y sus dificultades para resolver esta tensión ayuda a analizar los desafíos que empieza a afrontar la alcaldesa de Lima.

Este paralelo se resume en tres ideas centrales. Primero, toda propuesta de cambio genera expectativas difíciles de manejar en el plano político, pero son las resistencias al cambio las que confrontan con más severidad. Al plantear la reforma del sistema de salud, Obama falló comunicando pobremente los beneficios de cubrir a toda la población —no sólo en términos de solidaridad en una sociedad cada vez más desigual, sino en los beneficios económicos de aumentar la escala del sistema con el potencial de reducir precios a mediano plazo. Más éxito tuvo la campaña concertada que buscaba introducir el miedo en la población ya cubierta, sobre la posibilidad de perder parte de sus beneficios actuales. Esto implica estar más atento a lo que los grupos de interés puedan planear para oponerse, a fin de no encontrarnos sin respuesta. Los que van a perder con el cambio generalmente se organizan mejor, identificarlos es crucial para responder con argumentos claros.

Segundo, la idea del cambio funciona bien en la campaña y, no importa cuán comprometido se esté, resulta etérea y difícil de comunicarla durante el gobierno. Obama propuso un gran cambio a la sociedad norteamericana. Movilizó a las organizaciones sociales para buscar recursos, diciendo que no lo capturarían los grandes intereses a través de sus aportes. Así, una de sus mayores dificultades ha sido justificar la necesidad del rescate a grandes bancos y corporaciones en medio de una de las mayores crisis financieras, habiendo prometido en su campaña priorizar la situación de la clase media.

La solución empieza por establecer una línea de base, no sólo para fines de compararse con la gestión anterior, sino sobre todo para comunicar a la población cuales son las áreas donde se apreciará el cambio en el futuro. Obama heredó la peor crisis financiera después de 1930, causada por varios factores de responsabilidad directa de la gestión anterior—regulación laxa y tasas de interés históricamente bajas por varios semestres. Evitó confrontar sistemáticamente a la gestión anterior, con el fin de lograr acuerdos bipartidistas. Al centrar su objetivo de política en reducir la tasa de desempleo (que ha permanecido en niveles de 9%) eligió no seguir la estrategia fácil de responsabilizar al gobierno anterior, en cambio se impone una medida de su éxito o fracaso de cara a la reelección.

Tercero, proponer un cambio no significa cerrarse a las oportunidades del pragmatismo político, tras una reflexión cuidadosa para no traicionar los principios. La reforma de salud de Obama tuvo un largo recorrido con marchas y contramarchas, concesiones y caída de popularidad. Cedió en temas sensibles como el referido al apoyo público a organizaciones de planificación familiar, con el fin de lograr el apoyo de congresistas Republicanos. Sin embargo, ha introducido las reformas que hasta ahora constituyen los principales logros de su gestión: protección de los usuarios frente a malas prácticas de las compañías de seguro, el “mandato individual” compulsivo para lograr la cobertura universal y la cobertura de los hijos menores de 26 años por la póliza de los padres, entre otros.

Por esta razón, el gobernante debe saber regresar a sus bases y principios en los momentos más críticos de la gestión. Guardando las dimensiones y distancias, la gestión de Susana Villarán enfrenta tensiones similares para hacer efectiva la idea de cambio que propuso a los limeños. Hasta el momento, ha venido reaccionando a las críticas, pero aún no ha logrado articular una estrategia para resolver el dilema entre la promesa de cambio de la campaña y los resultados que este cambio va a traer a la población de Lima. Reflexionar sobre cómo ha venido enfrentando Obama estos desafíos puede ser útil para terminar de diseñar esta estrategia y permitir que Susana Villarán recupere la iniciativa para inspirar a una ciudad tan grande y diversa como Lima.

* Elaborado por Fernando Prada, investigador asociado de FORO Nacional Internacional.

lunes, 11 de julio de 2011

El Estado, el gran responsable del “No” a la minería

A primera vista, un observador externo podría concluir que somos un país lleno de gente irracional que boicotea su propio desarrollo. En Puno, los grupos aimara y quechua piden enérgicamente el cese definitivo de las concesiones mineras en su región. En varias otras regiones, cada vez más grupos sociales expresan una fuerte oposición a cualquier actividad extractiva en sus territorios. Pero, al mismo tiempo, todos somos parte de un país donde la minería es responsable de hasta un 75% de las exportaciones y casi 20% del PBI, y donde el canon minero aportará este año más de 4 mil millones de soles a los gobiernos regionales y locales. Simplemente, no podríamos prescindir de ella en ningún plazo previsible.

Sin embargo, los peruanos que rechazan las actividades mineras no están locos ni mucho menos. Lo que ocurre es que los grandes beneficios de la minería no llegan a todos por igual, y demasiadas veces son totalmente invisibles para las mismas comunidades locales que ven cómo la extracción hace ricos a unos pocos y degrada su medio ambiente, patrimonio cultural, recursos y calidad de vida de manera irreversible. Así, en plena bonanza (donde la minería ha crecido más de 200% en las últimas dos décadas) hemos llegado a una situación de enfrentamiento entre Estado, comunidades y sector privado. Según nos lo confirman diversos líderes y expertos que venimos entrevistando, ello no solo se debe a actores con nombre propio sino, ante todo, a las debilidades institucionales y falta de visión de largo plazo del Estado.

Esta situación no es solo un pleito entre empresas y comunidades. El Estado tiene la gran responsabilidad de encontrar soluciones en estos temas pero, más bien, las autoridades políticas exacerban las diferencias. Por un lado, varios gobernantes de turno han asumido una actitud confrontacional y carente de sensibilidad social y cultural en un país diverso (a la cabeza, el Presidente García burlándose de los "panteístas" que "adoran cerros"). Antes que mediadores frente a los descontentos, en años recientes muchas autoridades regionales y locales se han mostrado impotentes o ausentes, y el gobierno central ha ejercido poca autoridad legítima y ha sido percibido como representante de algunos intereses privados. Como anota el economista Miguel Santillana del Instituto del Perú, en los últimos años el gobierno "no es percibido como neutro en los conflictos entre empresas y comunidades, y es ahí donde (el Estado) debería tener más presencia y legitimidad".

El malestar de la sociedad ante las consecuencias de la minería es justamente producto de una persistente falta de legitimidad del Estado que viene de mucho tiempo atrás. Esta se debe en buena medida a la escasa capacidad de prevención y solución de conflictos, a la falta de planificación para asignar recursos equitativamente y a la ineficiente ejecución de presupuestos que han crecido notablemente pero no tienen el impacto esperado. Y, en muchos casos, a la ausencia total del Estado en pleno siglo 21, lo cual hace que muchas comunidades exijan de la empresa privada bienes y servicios que debería proporcionar el Estado. Todos los entrevistados, desde sus distintas perspectivas, enfatizan la gravedad de que se siga posponiendo una verdadera reforma del Estado.

Para el economista Javier Iguíñiz, la falta de reforma no es casual y lo que hay es un Estado capturado y debilitado por grupos de poder. Como consecuencia, el Estado está muy sesgado a favor de esos grupos en temas como la protección del medio ambiente, donde la población siente justificadamente que es un Estado ajeno a sus demandas. Agrega: "Es un Estado que ha tomado partido y eso es lo que hace que muchos conflictos se deriven en violentos".

Además de fortalecerse institucionalmente, para legitimarse frente a las comunidades el Estado tiene como gran pendiente establecer políticas que promuevan mejoras en el modelo de crecimiento económico. Según, Vladimiro Huároc, ex presidente regional de Junín, el origen de los conflictos medioambientales es la sensación de parte de determinados actores sociales de estar excluidos de la dinámica de crecimiento y desarrollo económico. Agrega que a esto se le suma una débil política minera y medioambiental, bajo la cual se han articulado políticas "de manera oportunista e improvisada de parte del Estado, cuando se debería apuntar hacia la eficiencia".

Para Willy Torres, asesor de la REMURPE, existe un amplio rechazo al modelo meramente "extractivista" y esto genera amplias dificultades al sistema democrático. Anota que: "Hay mucha responsabilidad por parte del Estado, si se revisa el mapa de concesiones mineras del MINEM se corrobora que el 70% del territorio esta de alguna manera concesionado por 10 ó 20 años y eso deja pasivos ambientales muy fuertes". En este sentido, José Ricapa del MOCICC agrega: "Hay un aparente desarrollo amplio, pero la gente más pobre ve sus tierras y sus recursos elementales afectados y no ve como ese supuesto crecimiento los beneficia".

Mirando al próximo lustro, lo que se requiere no es sólo mayor sensibilidad, responsabilidad y liderazgo de las nuevas autoridades ante los conflictos emergentes. Es preciso iniciar una reforma del Estado que apunte a legitimarlo ante todos los peruanos, particularmente aquellos que hoy asumen posiciones extremas al sentirse excluidos de los beneficios del crecimiento.

* Elaborado por Gonzalo Alcalde, coordinador, y Pasko Kisic, asistente de investigación, del programa Agenda: PERÚ.

lunes, 4 de julio de 2011

Alan García teje su leyenda, la realidad va enmendándole la trama

Alan García será presidente por sólo 23 días más y, ante todo, está preocupadísimo por concluir las obras monumentales que ha impulsado en Lima. Al parecer, siente que estas mantendrán su presencia permanente y acaso lo ayudarán a conservar su vigencia en la capital, ya que no en todo el país. Que si el Cristo de Chorrillos o la extraña estructura arquitectónica del flamante Ministerio de Educación, el primermundista Estadio Nacional o el Tren Eléctrico construyéndose contra el tiempo nos lo estarán recordando siempre, no cabe duda.

Lo que también, y a su pesar, será una parte de la historia más elocuente que la leyenda es lo que lo perseguirá como un doloroso pasivo. A la multiplicación de los conflictos socio-ambientales, que no merecieron una mejor atención de su gobierno y más bien resultaron exacerbados con su filosofía del "perro del hortelano" (y que a decir de él mismo le están enviando un mensaje a Humala); se suma la preocupante inacción frente al cambio climático con sus consecuencias dramáticamente visibles en la vida de los pobladores alto-andinos y una lucha que sólo obtuvo victorias parciales en materia de superación de la pobreza.

Aún cuando las cifras oficiales sean halagadoras, en los poblados rurales más altos de la sierra la verdad se revela en los rostros nuevamente frustrados de esos peruanos en cuya vida nada, o casi nada, se ha movido para mejorar su condición de ciudadanos de última clase. Los esfuerzos por acercar a esa población al Perú oficial, anunciados en la campaña de 2006, se quedaron sólo en eso, y así la mejor focalización de los programas sociales y la verdadera inclusión siguen siendo una difícil tarea pendiente. Por lo demás, los niños siguen atravesando helados cerros durante horas para acudir a escuelas que son, en demasiados lugares, todavía unidocentes. Los centros de salud siguen carentes de profesionales y medicamentos. La descentralización, que debe aportar al avance en estos ámbitos, no ha superado nudos de transferencia y de gestión, impidiendo que los Gobiernos Regionales, hoy con muchos más recursos, hagan una labor eficiente.

Alan García ha dicho que los viejos problemas del Perú no se resuelven en cinco años y no hay cómo contradecirlo. Pero es verdad también que se le ha pasado la mayor oportunidad de toda la historia republicana de mejorar sustancialmente la vida de los más pobres. Su gestión tiene cifras para el aplauso, pero no entre los peruanos a los que no llegó el Estado por vivir en las cumbres de nuestra geografía desafiante y que por eso mismo votaron por el cambio. Lamentablemente, es difícil que se repita la espectacular ola de crecimiento de estos años, los vaivenes empiezan a amenazar las economías que en su descomunal impulso arrastraron al Perú hasta la admiración en plena crisis. De haberse preocupado que el crecimiento económico se convirtiera en desarrollo y que llegara a todos los peruanos, el segundo gobierno de Alan García habría resultado en verdad memorable y no necesitaría despedirse hilvanando afanosamente su leyenda, porque los hilos de la historia hubieran tejido una hermosa trama.

* Elaborado por Zenaida Solís, Consultora del programa del programa Agenda: PERÚ de FORO Nacional Internacional.

lunes, 27 de junio de 2011

Sangre nueva, problemas viejos

La gobernabilidad democrática del país aparece nuevamente como un asunto político urgente, ya no como preocupación académica. En el Día del Campesino tuvimos que lamentar seis muertes en el intento de toma del aeropuerto de Juliaca. Este conflicto social, relacionado con la contaminación del río Ramis (a causa de la minería informal), es sólo uno de muchos que se han tornado violentos últimamente. En Puno mismo, reclamos de pobladores aimara relacionados con la minería formal paralizaron todas las actividades económicas más de un mes.

Más allá de la particular coyuntura post-electoral y de la inacción de las autoridades de turno, hay que hacer notar, sin embargo, que no estamos ante un problema nuevo sino ante la vieja incapacidad las instituciones peruanas para procesar las demandas sociales. El diagnóstico que hiciéramos en los años noventa en Democracia y Buen Gobierno resulta perturbadoramente vigente hoy en 2011. Allí enfatizábamos una crisis institucional caracterizada por un "desfase entre la capacidad de las instituciones para organizar y responder a las demandas sociales, económicas y políticas de la población, y la multiplicación de estas demandas que tuvo lugar en los últimos decenios debido al rápido crecimiento de la población y a la menor disposición de las personas para seguir tolerando injusticias".

Es cierto que, ante la falta de institucionalidad, muchas organizaciones de base y manifestantes recurren con suma facilidad a la protesta violenta, disruptiva, y muchos mantienen discursos extremos sin cabida para el diálogo. El nuevo gobierno tendrá un doble desafío en este campo. Primero, resolver de manera democrática los reclamos ya existentes, sobre todo aquellos que han devenido en conflictos violentos o están cercanos a serlo. Segundo, con visión de largo plazo, establecer qué hace falta para que las entidades públicas, privadas y de la sociedad civil puedan atender de manera eficaz y democrática los reclamos sociales.

Fortalecer las capacidades del Estado es un objetivo importante pero, tanto como eso, es promover la institucionalidad y representatividad de la sociedad civil organizada. Ningún gobierno reciente se ha preocupado de hacerlo y, a todas luces, representa un factor crucial para la gobernabilidad democrática. Nuestras entrevistas y consultas revelan, más bien, que desde las organizaciones sociales se percibe una creciente criminalización de la protesta que ha ido de la mano con insensibilidad hacia los reclamos, sobre todo aquellos con connotaciones culturales.

La sociedad civil se ha fortalecido pero aún falta mucho para canalizar adecuadamente los reclamos desde las comunidades. Las organizaciones existentes aún no llegan a representar la diversidad de intereses de nuestra sociedad, sostener a movimientos más amplios (más allá de causas coyunturales), ni a articularse con partidos políticos, que a su vez siguen en crisis. Alentar estos cambios debe estar en la agenda pendiente del nuevo gobierno.

*Elaborado por Gonzalo Alcalde, coordinador del programa Agenda: PERÚ

lunes, 20 de junio de 2011

Gobernar para todos: Difícil pero no imposible

El presidente electo enfrenta el desafío enorme de gobernar para todos. La gran división que el proceso electoral nos arrojó a la cara hará difícil, esperemos no imposible, alcanzar el equilibrio. Resolver las grandes brechas que saltaron a la vista—entre Lima y el interior, entre los que se benefician del crecimiento y los excluidos, y tantas más—no será tarea de corto plazo.

El nuevo gobierno tiene la responsabilidad de explicar a la ciudadanía que no es posible mejorar sustancialmente de la noche a la mañana. Deberá generar confianza en que hará todos los esfuerzos para avanzar en la dirección que el electorado ha señalado. Es decir, trazar un horizonte de esperanzas al cual podamos llegar mediante el crecimiento, como hasta ahora, pero con inclusión y desarrollo.

Como parte del programa Agenda: PERÚ, hacia fines de los años noventa realizamos una serie de investigaciones y consultas sobre gobernabilidad democrática que culminaron con la publicación de Democracia y Buen Gobierno. Este libro planteó que un país realmente democrático requiere de una sociedad civil activa, con economía competitiva y Estado representativo y eficiente. Hoy, actualizando el diagnóstico más de una década después, comprobamos la nítida vigencia de nuestro planteamiento.

Un balance preliminar de consultas recientes evidencia que hay consenso acerca de la escasa legitimidad y falta de capacidades del Estado: en la gestión eficaz y transparente de los recursos, en la prevención y resolución de conflictos, en la provisión de infraestructura y de servicios básicos de calidad. Por el lado de la economía, subsiste la informalidad, el empleo precario y la dependencia de la explotación de los recursos naturales.

Finalmente, diversos actores consultados consideran que la sociedad civil se ha fortalecido modestamente desde la transición democrática, pero las organizaciones existentes aún no son del todo representativas de nuestra diversidad. Peor aún, para otros, hemos retrocedido en los últimos años en tanto el Estado ha criminalizado las protestas y debilitado a las organizaciones de base.

En una entrevista reciente, le preguntamos al sociólogo Julio Cotler qué hacer para evitar en cinco años otro proceso electoral similar al que culmina. Para él, es crucial empezar a llegar a la opinión pública y "difundir estos problemas, plantearlos y proponerles salidas, sabiendo que no se van a resolver a través de decretos, pero comenzar a hacerlo ya". Agrega: "Hay que decirle a la gente que esto es largo, incierto, difícil. Que no vengan a decir que lo quieren resolver radicalmente en 24 horas ni en cinco años".

Preguntamos si hay un referente, menciona a Brasil: "Esa fue la historia con Lula. Brasil es el país más desigual de América Latina, y la pregunta que debemos hacernos es por qué con un crecimiento económico moderado el presidente tuvo un 80% de aprobación, mientras que en el Perú, con un crecimiento económico altísimo, el presidente tiene los más bajos niveles de aprobación. Es porque en Brasil se abrió un horizonte de esperanzas, de mejoría y de respeto; aquí en cambio nos dicen que somos perros del hortelano". La pregunta es, ¿estará Humala, realmente dispuesto a hacer algo similar? Por el bien del país, esperamos que sí.

* Elaborado por Gonzalo Alcalde y Zenaida Solís, investigadores de FORO Nacional Internacional

lunes, 13 de junio de 2011

Momento preciso para el relanzamiento

En FORO Nacional Internacional pensamos que el país requiere un diálogo amplio sobre estrategias de desarrollo y gobernabilidad democrática, y que esto es particularmente necesario en este tiempo electoral. Buscando hacer nuestra parte, hemos decidido compartir mediante una nota semanal nuestros puntos de vista, hallazgos y reflexiones, dentro del marco del programa Agenda: PERÚ, que hemos relanzado, siempre con el bicentenario de nuestra independencia el 2021 como meta.

Dos décadas atrás empezamos en Agenda: PERÚ la tarea de diseñar una estrategia de desarrollo a largo plazo. Luego de varios años de investigación y producir un libro ampliamente difundido sobre Democracia y Buen Gobierno, iniciamos una etapa de propuestas y planteamientos señalando el rumbo que debía seguir el Perú hasta el 2021. Organizamos reuniones de trabajo, talleres, seminarios, conferencias, grupos de enfoque y encuestas de opinión; procesos de consulta con expertos y ciudadanos, propios de nuestro método de trabajo. El resultado fue el informe final PERÚ: Agenda y Estrategia para el Siglo 21 que presentamos en diciembre de 2000, justo al comenzar una nueva etapa en el país: pocos días después de la fuga de Alberto Fujimori hacia el Japón y la instalación del gobierno provisional de Valentín Paniagua.



A más de once años de publicado el informe final, el Perú ha avanzado más de lo que vaticinaban los pesimistas y menos de lo que esperaban los optimistas. En el campo económico llevamos una década de crecimiento continuo, tenemos muchas más oportunidades, la inversión privada ha crecido significativamente, la pobreza ha empezado a reducirse y también han mejorado las condiciones sociales para muchos peruanos y peruanas. Sin embargo, el país mantiene grandes zonas de pobreza extrema, sobre todo en el Centro-Sur, han aumentado las desigualdades de ingresos y oportunidades, se han multiplicado las protestas sociales (llegando a tornarse sangrientas en ocasiones, como en Bagua en 2009), persisten las fracturas sociales y el sistema político sigue dando muestras de una peligrosa fragilidad que amenaza la consolidación de la gobernabilidad democrática.

En FORO Nacional Internacional, hace un año iniciamos la revisión de las propuestas de Agenda: PERÚ, y hemos ido incorporando temas cuya pertinencia en el desarrollo ha aumentado. Tras cumplirse un decenio de publicado nuestro informe final —la mitad del plazo que considerábamos necesario para mostrar resultados significativos para el desarrollo— retomamos los procesos de análisis, consulta y diseminación, de tal forma de asegurar consensos operativos alrededor de las propuestas y planteamientos por parte de una amplia gama de actores sociales; todo lo cual compartiremos a través de nuestra nota semanal que empezamos a publicar desde hoy.

El proceso de aprendizaje social que emprendió nuestro país luego del colapso del Fujimorato, unido a una coyuntura económica internacional mayormente favorable, nos ofrece una oportunidad sin precedentes para dejar de ser el país de las oportunidades perdidas. Aprovecharla esta vez requiere el esfuerzo conjunto de toda la sociedad peruana, y en particular de quienes estudiamos la realidad y sus perspectivas. Sin embargo, quienes ejercen el liderazgo político tienen la principal responsabilidad de no desperdiciar, como ha sucedido en varias ocasiones en la historia, esta extraordinaria oportunidad, que podría acabar en el corto plazo.

Esperamos que, con el concurso de todos, esta vez el Perú pueda convertirse en un país en el que haya espacio para todos.

* Elaborado por Gonzalo Alcalde, investigador y Zenaida Solís, Consultora asociada de FORO Nacional Internacional