lunes, 15 de agosto de 2011

La política como algo más que un “mal necesario”

Desde el fin de la segunda vuelta electoral y hasta hoy, un tema que ha concentrado mucha atención de la opinión pública es la designación de los ministros y otros altos funcionarios del nuevo gobierno. Con frecuencia se ha hecho la distinción entre personas que ocuparían cargos “políticos”, lo cual se menciona casi siempre con connotaciones negativas, y otros que estarían supuestamente al margen de la política y desempeñarían cargos “técnicos”. Quizás el ejemplo más claro de una cartera para la que se ha reclamado siempre un nombre “técnico” es la del Ministro de Economía y Finanzas.

Sin embargo, esta distinción tajante entre lo político y lo técnico (como políticamente "neutral") es artificial y corresponde a una visión simplista que ha perdido vigencia internacionalmente. Nada en la gestión pública es puramente "técnico" ni libre de intereses políticos. Deberíamos alejarnos de esa visión, pues genera una concepción distorsionada del desarrollo y de la gestión pública. “Político” es, más bien, cualquier factor relacionado con el uso y distribución del poder, no solo en el marco del Congreso o de un partido sino incluso al armar presupuestos y al diseñar proyectos de inversión. Inevitablemente, en todas partes hay política porque hay actores individuales o colectivos con intereses particulares que frecuentemente entran en conflicto. Un ministro de Economía es también un actor con intereses propios y que toma decisiones políticas, muy trascendentales, y que deben ser adecuadamente analizadas.

No podemos olvidar que el desarrollo es, ante todo, un proceso de origen y carácter político, en el que los aspectos técnicos dependen de las opciones políticas. Todo se inicia necesariamente con decisiones políticas que nos conciernen a los ciudadanos. En un país donde las instituciones democráticas atraviesan una crisis de legitimidad desde hace décadas, es importante empezar a entender a la política como una fuente de oportunidades y riesgos para el desarrollo y para la democracia. Por lo tanto, debemos evitar las nociones sesgadas de la política entendida, por ejemplo, sólo como un riesgo para los resultados financieros y económicos de los programas o los proyectos. Todos los involucrados en la gestión pública hacen política, de una manera u otra y eso no debe ser visto como algo negativo ni vergonzoso

La política, entonces, está en todas partes, y un buen análisis permite identificar oportunidades para implementar buenas políticas y programas, encontrando aliados y recursos favorables para lograr objetivos.

Hubo una larga tradición entre las agencias de cooperación, empezando por el Banco Mundial y los bancos de desarrollo regionales, de ignorar la dimensión política de los proyectos de desarrollo o, en su defecto, de plantear lo político en términos de problemas y dificultades. Esto ha sido reconocido recientemente como razón principal del fracaso de algunos grandes proyectos de desarrollo, que sólo fortalecían los aparatos burocráticos estatales. En nuestro país, en los años 90 se implantó desde el gobierno una mentalidad “anti-política” que en muchas formas ha sobrevivido hasta la actualidad y no permite una visión integral del desarrollo, la gobernabilidad y la gestión pública.

El creciente reconocimiento de que la política está en todas partes ha llevado en años recientes a que el análisis político sea considerado en la cooperación internacional (desde el Banco Mundial y las principales agencias bilaterales hasta las ONG internacionales) como un instrumento central para alcanzar los objetivos de cualquier iniciativa de desarrollo. Bien aplicado, permite tomar en cuenta, en el diseño e implementación de una iniciativa, la información relevante que puede contribuir a que un programa o proyecto alcance sus objetivos.

El análisis político (formal o informal) es necesario siempre y en todo nivel porque se requiere examinar las disputas y negociaciones entre grupos de interés, los cuales defienden o buscan aumentar su poder de decisión y sus derechos sobre el uso de recursos de todo tipo. Entender estas disputas y negociaciones no sólo involucra examinar a los actores individuales o grupales, sino que también está íntimamente ligado a entender el papel de las instituciones y los factores estructurales que forman el contexto de cualquier relación social.

Este análisis ya se hace de manera informal en todas las agencias y proyectos, y desde el ámbito nacional hasta el local, todo jefe de programa o proyecto con cierta experiencia, ha desarrollado por necesidad algún instinto o método informal para evaluar el contexto político y sus implicancias. Es importante asumir esto y empezar a elaborar marcos y herramientas formales para el análisis que permitan manejar los factores políticos de la manera más favorable al desarrollo y gobernabilidad democrática, en lugar de pretender aislar lo político de la gestión pública.


* Elaborado por Gonzalo Alcalde, coordinador del programa Agenda: PERÚ de FORO Nacional Internacional

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