lunes, 27 de junio de 2011

Sangre nueva, problemas viejos

La gobernabilidad democrática del país aparece nuevamente como un asunto político urgente, ya no como preocupación académica. En el Día del Campesino tuvimos que lamentar seis muertes en el intento de toma del aeropuerto de Juliaca. Este conflicto social, relacionado con la contaminación del río Ramis (a causa de la minería informal), es sólo uno de muchos que se han tornado violentos últimamente. En Puno mismo, reclamos de pobladores aimara relacionados con la minería formal paralizaron todas las actividades económicas más de un mes.

Más allá de la particular coyuntura post-electoral y de la inacción de las autoridades de turno, hay que hacer notar, sin embargo, que no estamos ante un problema nuevo sino ante la vieja incapacidad las instituciones peruanas para procesar las demandas sociales. El diagnóstico que hiciéramos en los años noventa en Democracia y Buen Gobierno resulta perturbadoramente vigente hoy en 2011. Allí enfatizábamos una crisis institucional caracterizada por un "desfase entre la capacidad de las instituciones para organizar y responder a las demandas sociales, económicas y políticas de la población, y la multiplicación de estas demandas que tuvo lugar en los últimos decenios debido al rápido crecimiento de la población y a la menor disposición de las personas para seguir tolerando injusticias".

Es cierto que, ante la falta de institucionalidad, muchas organizaciones de base y manifestantes recurren con suma facilidad a la protesta violenta, disruptiva, y muchos mantienen discursos extremos sin cabida para el diálogo. El nuevo gobierno tendrá un doble desafío en este campo. Primero, resolver de manera democrática los reclamos ya existentes, sobre todo aquellos que han devenido en conflictos violentos o están cercanos a serlo. Segundo, con visión de largo plazo, establecer qué hace falta para que las entidades públicas, privadas y de la sociedad civil puedan atender de manera eficaz y democrática los reclamos sociales.

Fortalecer las capacidades del Estado es un objetivo importante pero, tanto como eso, es promover la institucionalidad y representatividad de la sociedad civil organizada. Ningún gobierno reciente se ha preocupado de hacerlo y, a todas luces, representa un factor crucial para la gobernabilidad democrática. Nuestras entrevistas y consultas revelan, más bien, que desde las organizaciones sociales se percibe una creciente criminalización de la protesta que ha ido de la mano con insensibilidad hacia los reclamos, sobre todo aquellos con connotaciones culturales.

La sociedad civil se ha fortalecido pero aún falta mucho para canalizar adecuadamente los reclamos desde las comunidades. Las organizaciones existentes aún no llegan a representar la diversidad de intereses de nuestra sociedad, sostener a movimientos más amplios (más allá de causas coyunturales), ni a articularse con partidos políticos, que a su vez siguen en crisis. Alentar estos cambios debe estar en la agenda pendiente del nuevo gobierno.

*Elaborado por Gonzalo Alcalde, coordinador del programa Agenda: PERÚ

lunes, 20 de junio de 2011

Gobernar para todos: Difícil pero no imposible

El presidente electo enfrenta el desafío enorme de gobernar para todos. La gran división que el proceso electoral nos arrojó a la cara hará difícil, esperemos no imposible, alcanzar el equilibrio. Resolver las grandes brechas que saltaron a la vista—entre Lima y el interior, entre los que se benefician del crecimiento y los excluidos, y tantas más—no será tarea de corto plazo.

El nuevo gobierno tiene la responsabilidad de explicar a la ciudadanía que no es posible mejorar sustancialmente de la noche a la mañana. Deberá generar confianza en que hará todos los esfuerzos para avanzar en la dirección que el electorado ha señalado. Es decir, trazar un horizonte de esperanzas al cual podamos llegar mediante el crecimiento, como hasta ahora, pero con inclusión y desarrollo.

Como parte del programa Agenda: PERÚ, hacia fines de los años noventa realizamos una serie de investigaciones y consultas sobre gobernabilidad democrática que culminaron con la publicación de Democracia y Buen Gobierno. Este libro planteó que un país realmente democrático requiere de una sociedad civil activa, con economía competitiva y Estado representativo y eficiente. Hoy, actualizando el diagnóstico más de una década después, comprobamos la nítida vigencia de nuestro planteamiento.

Un balance preliminar de consultas recientes evidencia que hay consenso acerca de la escasa legitimidad y falta de capacidades del Estado: en la gestión eficaz y transparente de los recursos, en la prevención y resolución de conflictos, en la provisión de infraestructura y de servicios básicos de calidad. Por el lado de la economía, subsiste la informalidad, el empleo precario y la dependencia de la explotación de los recursos naturales.

Finalmente, diversos actores consultados consideran que la sociedad civil se ha fortalecido modestamente desde la transición democrática, pero las organizaciones existentes aún no son del todo representativas de nuestra diversidad. Peor aún, para otros, hemos retrocedido en los últimos años en tanto el Estado ha criminalizado las protestas y debilitado a las organizaciones de base.

En una entrevista reciente, le preguntamos al sociólogo Julio Cotler qué hacer para evitar en cinco años otro proceso electoral similar al que culmina. Para él, es crucial empezar a llegar a la opinión pública y "difundir estos problemas, plantearlos y proponerles salidas, sabiendo que no se van a resolver a través de decretos, pero comenzar a hacerlo ya". Agrega: "Hay que decirle a la gente que esto es largo, incierto, difícil. Que no vengan a decir que lo quieren resolver radicalmente en 24 horas ni en cinco años".

Preguntamos si hay un referente, menciona a Brasil: "Esa fue la historia con Lula. Brasil es el país más desigual de América Latina, y la pregunta que debemos hacernos es por qué con un crecimiento económico moderado el presidente tuvo un 80% de aprobación, mientras que en el Perú, con un crecimiento económico altísimo, el presidente tiene los más bajos niveles de aprobación. Es porque en Brasil se abrió un horizonte de esperanzas, de mejoría y de respeto; aquí en cambio nos dicen que somos perros del hortelano". La pregunta es, ¿estará Humala, realmente dispuesto a hacer algo similar? Por el bien del país, esperamos que sí.

* Elaborado por Gonzalo Alcalde y Zenaida Solís, investigadores de FORO Nacional Internacional

lunes, 13 de junio de 2011

Momento preciso para el relanzamiento

En FORO Nacional Internacional pensamos que el país requiere un diálogo amplio sobre estrategias de desarrollo y gobernabilidad democrática, y que esto es particularmente necesario en este tiempo electoral. Buscando hacer nuestra parte, hemos decidido compartir mediante una nota semanal nuestros puntos de vista, hallazgos y reflexiones, dentro del marco del programa Agenda: PERÚ, que hemos relanzado, siempre con el bicentenario de nuestra independencia el 2021 como meta.

Dos décadas atrás empezamos en Agenda: PERÚ la tarea de diseñar una estrategia de desarrollo a largo plazo. Luego de varios años de investigación y producir un libro ampliamente difundido sobre Democracia y Buen Gobierno, iniciamos una etapa de propuestas y planteamientos señalando el rumbo que debía seguir el Perú hasta el 2021. Organizamos reuniones de trabajo, talleres, seminarios, conferencias, grupos de enfoque y encuestas de opinión; procesos de consulta con expertos y ciudadanos, propios de nuestro método de trabajo. El resultado fue el informe final PERÚ: Agenda y Estrategia para el Siglo 21 que presentamos en diciembre de 2000, justo al comenzar una nueva etapa en el país: pocos días después de la fuga de Alberto Fujimori hacia el Japón y la instalación del gobierno provisional de Valentín Paniagua.



A más de once años de publicado el informe final, el Perú ha avanzado más de lo que vaticinaban los pesimistas y menos de lo que esperaban los optimistas. En el campo económico llevamos una década de crecimiento continuo, tenemos muchas más oportunidades, la inversión privada ha crecido significativamente, la pobreza ha empezado a reducirse y también han mejorado las condiciones sociales para muchos peruanos y peruanas. Sin embargo, el país mantiene grandes zonas de pobreza extrema, sobre todo en el Centro-Sur, han aumentado las desigualdades de ingresos y oportunidades, se han multiplicado las protestas sociales (llegando a tornarse sangrientas en ocasiones, como en Bagua en 2009), persisten las fracturas sociales y el sistema político sigue dando muestras de una peligrosa fragilidad que amenaza la consolidación de la gobernabilidad democrática.

En FORO Nacional Internacional, hace un año iniciamos la revisión de las propuestas de Agenda: PERÚ, y hemos ido incorporando temas cuya pertinencia en el desarrollo ha aumentado. Tras cumplirse un decenio de publicado nuestro informe final —la mitad del plazo que considerábamos necesario para mostrar resultados significativos para el desarrollo— retomamos los procesos de análisis, consulta y diseminación, de tal forma de asegurar consensos operativos alrededor de las propuestas y planteamientos por parte de una amplia gama de actores sociales; todo lo cual compartiremos a través de nuestra nota semanal que empezamos a publicar desde hoy.

El proceso de aprendizaje social que emprendió nuestro país luego del colapso del Fujimorato, unido a una coyuntura económica internacional mayormente favorable, nos ofrece una oportunidad sin precedentes para dejar de ser el país de las oportunidades perdidas. Aprovecharla esta vez requiere el esfuerzo conjunto de toda la sociedad peruana, y en particular de quienes estudiamos la realidad y sus perspectivas. Sin embargo, quienes ejercen el liderazgo político tienen la principal responsabilidad de no desperdiciar, como ha sucedido en varias ocasiones en la historia, esta extraordinaria oportunidad, que podría acabar en el corto plazo.

Esperamos que, con el concurso de todos, esta vez el Perú pueda convertirse en un país en el que haya espacio para todos.

* Elaborado por Gonzalo Alcalde, investigador y Zenaida Solís, Consultora asociada de FORO Nacional Internacional