lunes, 18 de julio de 2011

Dilemas y oportunidades para comunicar el cambio

Algunos gobernantes llegan al poder generando expectativas de grandes cambios. Por eso, al poco tiempo de iniciar sus gestiones, enfrentan la tensión entre la promesa de campaña y los resultados que ese cambio efectivamente va trayendo a la población. El caso de Barack Obama y sus dificultades para resolver esta tensión ayuda a analizar los desafíos que empieza a afrontar la alcaldesa de Lima.

Este paralelo se resume en tres ideas centrales. Primero, toda propuesta de cambio genera expectativas difíciles de manejar en el plano político, pero son las resistencias al cambio las que confrontan con más severidad. Al plantear la reforma del sistema de salud, Obama falló comunicando pobremente los beneficios de cubrir a toda la población —no sólo en términos de solidaridad en una sociedad cada vez más desigual, sino en los beneficios económicos de aumentar la escala del sistema con el potencial de reducir precios a mediano plazo. Más éxito tuvo la campaña concertada que buscaba introducir el miedo en la población ya cubierta, sobre la posibilidad de perder parte de sus beneficios actuales. Esto implica estar más atento a lo que los grupos de interés puedan planear para oponerse, a fin de no encontrarnos sin respuesta. Los que van a perder con el cambio generalmente se organizan mejor, identificarlos es crucial para responder con argumentos claros.

Segundo, la idea del cambio funciona bien en la campaña y, no importa cuán comprometido se esté, resulta etérea y difícil de comunicarla durante el gobierno. Obama propuso un gran cambio a la sociedad norteamericana. Movilizó a las organizaciones sociales para buscar recursos, diciendo que no lo capturarían los grandes intereses a través de sus aportes. Así, una de sus mayores dificultades ha sido justificar la necesidad del rescate a grandes bancos y corporaciones en medio de una de las mayores crisis financieras, habiendo prometido en su campaña priorizar la situación de la clase media.

La solución empieza por establecer una línea de base, no sólo para fines de compararse con la gestión anterior, sino sobre todo para comunicar a la población cuales son las áreas donde se apreciará el cambio en el futuro. Obama heredó la peor crisis financiera después de 1930, causada por varios factores de responsabilidad directa de la gestión anterior—regulación laxa y tasas de interés históricamente bajas por varios semestres. Evitó confrontar sistemáticamente a la gestión anterior, con el fin de lograr acuerdos bipartidistas. Al centrar su objetivo de política en reducir la tasa de desempleo (que ha permanecido en niveles de 9%) eligió no seguir la estrategia fácil de responsabilizar al gobierno anterior, en cambio se impone una medida de su éxito o fracaso de cara a la reelección.

Tercero, proponer un cambio no significa cerrarse a las oportunidades del pragmatismo político, tras una reflexión cuidadosa para no traicionar los principios. La reforma de salud de Obama tuvo un largo recorrido con marchas y contramarchas, concesiones y caída de popularidad. Cedió en temas sensibles como el referido al apoyo público a organizaciones de planificación familiar, con el fin de lograr el apoyo de congresistas Republicanos. Sin embargo, ha introducido las reformas que hasta ahora constituyen los principales logros de su gestión: protección de los usuarios frente a malas prácticas de las compañías de seguro, el “mandato individual” compulsivo para lograr la cobertura universal y la cobertura de los hijos menores de 26 años por la póliza de los padres, entre otros.

Por esta razón, el gobernante debe saber regresar a sus bases y principios en los momentos más críticos de la gestión. Guardando las dimensiones y distancias, la gestión de Susana Villarán enfrenta tensiones similares para hacer efectiva la idea de cambio que propuso a los limeños. Hasta el momento, ha venido reaccionando a las críticas, pero aún no ha logrado articular una estrategia para resolver el dilema entre la promesa de cambio de la campaña y los resultados que este cambio va a traer a la población de Lima. Reflexionar sobre cómo ha venido enfrentando Obama estos desafíos puede ser útil para terminar de diseñar esta estrategia y permitir que Susana Villarán recupere la iniciativa para inspirar a una ciudad tan grande y diversa como Lima.

* Elaborado por Fernando Prada, investigador asociado de FORO Nacional Internacional.

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